Por Biol. Fabiola Navares
A lo largo de la historia del hombre y de las múltiples culturas
que han surgido en todo el mundo, sabemos que todas en algún momento honran a
sus difuntos. Y estas festividades se hicieron más laboriosas conforme las sociedades se hicieron más complejas.
Las festividades de los muertos no sólo se relacionan con el honor a los muertos, sino también con los ciclos de inicio de algunas cosechas.
Por ejemplo, en la huasteca inicia a finales
de septiembre y concluye en noviembre; esta celebración está relacionada con la
cosecha del frijol y del maíz y con el temporal de lluvias. En la actualidad, en
México el 2 de noviembre es día de los fieles difuntos o día de los muertos.
En las
comunidades indígenas, quien erige un altar de muerto son las mujeres, pero éstas tienen que reunir ciertos
requisitos como el no estar en su
periodo menstrual. Ellas se encargan de hacer toda la comida y los adornos. No es permitido se coman las
viandas so pena de enfermarse. Cuando el
difunto llega al compartir las viandas, éste toma la esencia de los alimentos y
se la lleva agradecido. Si la comida - al ingerirla los familiares - no sabe a
nada quiere decir que el alma del difunto realmente estuvo con ellos y se
alimentó de los mismos.
En México, la
planta que representa el día de muertos es el
cempasúchil o flor de los 400 pétalos. Los mexicas creían que los
difuntos, debido al olor fuerte de esta flor, encontrarían el camino a sus hogares.
Los Celtas
que habitaban Gran Bretaña y Francia llamaban a estas festividades Samhain, que
marcaba el final del verano, y por tanto de la cosecha, y el comienzo del
solsticio de invierno y del año celta. Para los celtas el cambio de estaciones
y las cosechas adquirían un significado mágico, por eso ese día celebraban “La Fiesta de los muertos”.
Ellos utilizan las manzanas asadas en estos días.
Creían
que durante ese día los muertos atravesaban el límite que separaba un mundo de
otro, y les visitaban. Los habitantes de los pueblos dejaban alimentos fuera de
sus casas para complacer a los espíritus, ya que si no accedían a sus deseos
podían ser presa de maldiciones y horribles conjuros. Los druidas (sacerdotes)
celtas se vestían de una manera especial, pensando que así facilitaban la
conexión entre este mundo y el del
más allá y que los
muertos vendrían a entregar mensajes a los vivos.
En Haití el dos de
noviembre se festeja el día de todas las almas y en Puerto Príncipe la gente se
reúne para visitar a sus fieles difuntos en los cementerios. Las personas dejan
como ofrenda granos de café, ron, cacahuates, frijol negro, maíz y panes. La
sacerdotisa en ocasiones sacrifica una gallina, regando la sangre en la tumba y
en la cruz, prediciendo supuestamente el futuro que los depara a los familiares
del difunto.
En China al festejo se le
conoce como Ching Ming (Recuerdo de los días de los ancestros) y da comienzos
el 4 o 5 de abril, 10 días antes y 10 días después del Chin Ming. En ella
participan los jóvenes y se dan a la tarea del arreglar, quitar la maleza, pintar
y volver a adornar las tumbas de sus fallecidos. Con una visión más espiritual se reúnen para comer alrededor del difunto,
ofreciéndole los alimentos que al difunto le gustaba (similar a los mexicanos)
y rezarle diversas plegarias. Al final se quema dinero, como símbolo de
prosperidad. Deben de colgar ramitas de sauce en sus puertas pues es símbolo de
luz y en ese día no deben de cocinar con fuego. Por lo que se le conoce también
como "el día de la comida fría".
En África existe un sinfín
de ritos ceremoniales y festejos en torno a los difuntos y varían de acuerdo a la etnia, el rango social y
si era hombre, mujer o niño. En muchos pueblos se tiene la costumbre de arrojar un poco de agua y comida al suelo todos
los días, forma simbólica de decir que los muertos siguen presentes y que se
les ha alimentado. En otras etnias el jefe de la tribu cada ocho días dará parte de su
comida como ofrenda y cada siete años sacrificará una cabra y rociará con su
sangre las imágenes de los difuntos o los pilares de arcilla que los
representan. En otras comunidades se tiene prohibido llorar, pues el alma del
difunto se puede ver sumamente afectada. En Madagascar entre los nativos tienen
la costumbre cada cinco años de desenterrar a cierto número de difuntos y
colocárselos en los hombros moviendo sus brazos y piernas dando un recorrido de
baile pues el muerto ha retornado entre ellos.
En Japón, el Día de Muertos, u Obon como se le conoce, se celebra en agosto. También se le conoce como "El día de las linternas"; que comparte algunas tradiciones con nuestra celebración como
las ofrendas para dar fuerza a
las almas que vienen a visitarnos. Las linternas son usadas en las fachadas de
las casas para alumbrar el camino de los espíritus. Una vez que ese día ha
pasado, las linternas se
depositan en el río para que guíen las almas de vuelta al más allá.
A pesar de que quisiéramos borrar de nuestra mente la existencia de la muerte, existen aún culturas que nos enseñan que lo ideal es vivir este último ciclo de nuestra existencia de una forma natural y sana y enseñar a verla de esta forma a nuestros jóvenes y niños. Solo una cosa es verdad: todos nos vamos a morir.