viernes, 20 de septiembre de 2019

Naturaleza






Plantas y hierbas que debes tener en tu hogar

Biol. Fabiola Navares Moreno



Si te gustan las plantas, sobre todo si quieres aprender algo sobre ellas, ya sea para utilizarlas como ornato, remedio casero, o bien, darle un nuevo sabor a la cocina, te invitamos a que leas esta breve lista de plantas que te pueden ayudar.

El Anís: Se da bien como planta de jardín o maceta; aromatiza las áreas verdes y se puede utilizar  para realizar recetas de dulces, pasteles, gelatinas y licores. También se prepara té de el anís para calmar los dolores de estómago. Su  origen es asiático.   



La Albahaca es una planta muy utilizada en la cocina: para sazonar carnes, utilizando  sus hojas secas o  las  hojas frescas para dar sabor en ciertas ensaladas y pastas. Y como remedio, las hojas de albahaca ayudan a disminuir los dolores de garganta. De igual forma, el té de albahaca ayuda a disminuir los efectos de la tos.



Artemisa: Conocida también como Hierba de San Juan, de origen europeo y asiático. Esta planta crece cerca de los ríos, junto a los caminos e incluso en áreas como lotes baldíos se logran adaptar y  desarrollar. La artemisa se utiliza como remedio casero, para regular el ciclo menstrual. Se deben recolectar las hojas y flores y se dejan secar, para posteriormente realizar las infusiones. Se toma un té por la tarde, 4 días antes del ciclo menstrual. Sin embargo, se debe de tener cuidado con la artemisa, porque el exceso de ésta puede ocasionar convulsiones, por eso no es conveniente dar esta planta a niños.  



 

Uña de gato:  esta planta adquirió una fama inusitada, debido a un artículo que publicó la  OMS, sin embargo, de muchas de sus supuestas funciones no hay estudios científicos que las avalen, por lo que no se debe tomar ésta o ninguna planta como planta milagrosa o panacea. Lo que sí se conoce es que ayuda a incrementar las defensas y en el tratamiento de la artritis reumatoide y la osteoartritis.  La recomiendan para ciertos tipos de cáncer con la finalidad de aumentar las defensas. Puede ocasionar dolores de cabeza y vómitos en algunas personas. Las mujeres embarazadas no deben consumirla.


 El Boldo es un árbol de origen endémico de los Andes en Chile y Argentina, así como también está presente en la sierra sur del Perú. Árbol mediano de lento crecimiento, puede superar los 15 metros. El fruto es comestible y desde tiempos precolombinos se ha consumido. También se utiliza la corteza, rica en taninos para curtir. Las más utilizadas son sus hojas, pues ayudan en diversas afectaciones. Posee aceites esenciales como ascaridol, alcanfor, eucaliptol y alcaloides como la Boldina. Se recomienda usar las hojas en infusión para tratar padecimientos biliares y urinarios. Se prepara cociendo 3 o 4 hojas de boldo en agua y se obtiene un té: ayuda a disminuir los cálculos biliares y la inflamación de la uretra. Hoy en día, existe el aceite esencial de boldo y se aconsejan 5 gotas en agua para combatir infecciones génito-urinarias. Sin embargo, hay que tener cuidado y no exceder o abusar con el consumo del boldo. El cuerpo debe descansar por varios meses,  pues posee Ascaridol, un aceite que es tóxico en cantidades grandes. Tampoco deben consumir boldo las embarazadas pues tiene efectos abortivos.  

  

Por último está el Llantén, una planta de origen europeo y asiática. La manera de prepararla es a través de una infusión para remediar tos, bronquitis o alguna enfermedad en la vía respiratoria; disminuye también las infecciones en la vejiga y los riñones. Se agregan 2 cucharadas de hojas secas a una taza de agua hirviendo; se tapa por 10 minutos, se apaga y deja enfriar.  Uso aconsejado: una taza por la mañana y otra por la noche.




jueves, 12 de septiembre de 2019

Las nuevas adicciones


Paulina González


Aunque en la actualidad las adicciones relacionadas con sustancias siguen presentes en la sociedad e incluso han proliferado por el bajo costo y la gran variedad de las mismas, las nuevas adicciones son preocupantes desde el punto de vista psicológico, pues tienen síntomas similares y han adquirido su auge a partir del progreso tecnológico, sin embargo, al no ser identificadas como un trastorno o una problemática, van en aumento y se pueden presentar en los hogares causando daños que pueden ser detectados y detenidos a tiempo. Algunas de las nuevas adicciones son: a la tecnología y al “inmediatismo”, al narcisismo, al juego o videojuegos también conocida como ludopatía.

Toda adicción ata a la persona con aquello que le hace sufrir y le daña, y aunque de inicio, al obtener el beneficio de la sustancia o conducta de adicción se produce placer, al paso del tiempo, se vive un profundo malestar emocional en la ausencia de la misma. La persona que no consume determinada sustancia, o que no puede realizar cierta conducta tiene alteraciones psico-emocionales y fisiológicas que le impiden funcionar en las distintas dimensiones de las que es parte. Los principales síntomas de una adicción conductual son: intenso deseo, ansia o necesidad imparable de concretar la actividad placentera; pérdida progresiva del control sobre la conducta, hasta llegar al descontrol; descuido de las actividades habituales, tanto las familiares, como las académicas, laborales o de tiempo libre; negación del problema y conductas defensivas cuando se menciona el tema; descuido o abandono de los intereses y relaciones previos; irritabilidad y malestar ante la imposibilidad de concretar la conducta adictiva; imposibilidad de dejar de repetir esa conducta, pasado un corto período. Todos estos síntomas en mayor o menor medida se presentan en las siguientes adicciones. Cabe recordar que la sintomatología es progresiva.



La adicción a la tecnología y al “inmediatismo”

La llamada generación X –adultos entre 35 y 45 años aproximadamente-, fue la generación que se vio afectada por el consumismo, fue la primer generación que se encontró con internet de manera comercial y “al alcance de todos”, fue también la primer generación que usó tecnologías informáticas en sus estudios y en sus actividades profesionales, aquí inicia la adicción a la tecnología, esta generación conoció los beneficios de utilizarla y aunque es capaz de hacer muchas de las actividades “a la antigüita” prefiere la tecnología como modus operandi.

Las generaciones posteriores ya nacieron con la tecnología, son nativos digitales, y son los llamados millennianls o generation Y –los nacidos entre los 80´s y 90´s, y llegaron a la vida adulta en el cambio de milenio- no conciben otra forma de comunicarse o de hacer las cosas fuera de la tecnología, entienden el mundo como un mundo globalizado, tecnológico, su día a día está en las redes sociales.

Ambas generaciones son propensos a padecer adicción a  la tecnología, caminan por ahí con el cuello agachado, mirando constantemente sus teléfonos móviles, no es raro ver en las diferentes calles de la ciudad, personas que corresponden a estas generaciones manejando con una mano al volante y la otra manipulando el celular, enviando textos, revisando redes sociales, o nada, simplemente con el teléfono en la mano solo “por si acaso”. Actualmente existen en varios países clínicas especializadas en adicción a redes sociales, especialmente Facebook, pues el incremento de las personas que han sufrido daños por este tipo de adicciones es alarmante, y aunque en México no se ha llegado a esta disposición, en la práctica privada, se ven estos casos que afectan no solo a la persona que lo padece, sino a todo su entorno inmediato, como familia, escuela y trabajo.

Pero no nos equivoquemos, la tecnología no es el problema, de hecho, es una herramienta más con la que cuenta el ser humano para facilitarse la vida; la adicción se presenta cuando las personas son incapaces de separarse un minuto de los aparatos electrónicos, cuando son incapaces de recordar un número telefónico o cuando tienen una atención y preocupación constante por adquirir los gadgets o dispositivos para cada una de sus actividades cotidianas.

El “inmediatismo” es otra adicción que va de la mano de la tecnología; las generaciones mencionadas son las afectadas principalmente, pues la tecnología les ha dado la idea equivocada de que todo se obtiene de manera inmediata: el conocimiento, las relaciones, la aceptación del grupo de pares entre otras cosas. Las personas adictas al "inmediatismo" no saben esperar, quieren respuestas al instante, les es imposible trabajar por resultados a largo plazo, tienen poca o nula tolerancia a la frustración, entran en una tremenda ansiedad si no obtienen lo que desean, el problema con esta adicción, además de los síntomas mencionados, es que las personas “inmediatistas” son frágiles, se rinden al no conseguir lo que desean, no han desarrollado suficientes recursos para enfrentar las adversidades.



La adicción al narcisismo


Ésta es otra nueva adicción, también relacionada con la tecnología, y no es que el narcisismo sea un concepto nuevo, pues data de la mitología griega, y es parte de la psique humana en las primeras etapas de la vida, cuando la atención y la afectividad del niño están orientadas hacía sí mismo. La adicción, sin embargo, se presenta cuando las personas –después de la adolescencia- buscan constantemente ser el propio objeto de amor y deseo, las personas que padecen esta adicción, pueden pasar horas frente al espejo practicando sus mejores poses para las fotos, o hacer una sesión interminable de selfies buscando la mejor y más “natural”  fotografía para subir a las redes sociales y obtener el mayor número de likes; de la misma manera ocurre con aquellas personas que publican cada actividad que hacen y así encontramos en las redes sociales frases como: “Dispuesta/o a levantarme”, “Lista/o para un buen baño”, “preparando el desayuno”. Y todas éstas pueden o no, ir acompañadas de las fotos que respaldan dicha publicación. Los adictos al narcisismo dependen de verse a sí mismos reflejados en las pantallas de sus teléfonos o de sus computadoras, necesitan a toda costa informar lo que les está ocurriendo, como si fueran el centro del universo, de la misma manera que el infante en su etapa egocéntrica dice: Mira mamá, nos sigue la luna.

Algunos estudios aseguran que las personas con adicción al narcisismo y a tomarse selfies,  tienen una autoestima baja, tanto que necesitan de manera casi vital recibir halagos de personas que muchas veces no conocen y presenta el síndrome de abstinencia cuando no reciben la retroalimentación esperada; el adicto-narciso obtiene una parte de la gratificación al verse a sí mismo –su imagen o su publicación- en el aparador de las redes sociales, y otra parte de la gratificación se obtiene al recibir likes o seguidores. 



La adicción al juego / ludopatía - juegos de apuestas, videojuegos


Los juegos de azar son actividades que están presentes y al alcance de prácticamente todos en la sociedad; esta adicción le da a la persona la sensación de controlar los resultados, y le proporciona recompensas inmediatas, de manera que se ve beneficiado aparentemente. Ocurre lo mismo con los videojuegos, pues los resultados y las  recompensas son inmediatos, y la persona que juega percibe que tiene el control de lo que ocurre en el juego. 

El juego se convierte en una conducta de riesgo de ser adictiva cuando la persona que juega deja de lado las actividades cotidianas tales como la convivencia, la educación, las actividades laborales, etc. o cuando pone en riesgo su economía y/o su patrimonio. La adicción al juego puede presentarse en personas de todas las edades, y aunque el origen de la adicción puede ser distinto para cada edad, las consecuencias pueden ser similares llegando en los casos más extremos a ideación o acto suicida debido al impacto de encontrarse con la realidad, es decir, con la falta de control sobre lo que sucede en el juego, con la incapacidad de perder.

La persona con adicción al juego pasa la mayor parte del tiempo en esta actividad, destina gran cantidad de sus recursos materiales y emocionales al juego, tiene la necesidad de jugar cantidades crecientes de dinero para lograr la satisfacción deseada (en el caso de juegos de apuestas), se siente inquieto o ansioso al interrumpir o detener el juego, está frecuentemente preocupado por el juego (ej.: planear la próxima sesión, pensar maneras de obtener el dinero para apostar, recordar jugadas que le causaron satisfacción). Los adictos al juego dejan de disfrutarlo y entran en emociones nocivas y de ansiedad, suelen mentir para ocultar su grado de implicación en el juego.



Es importante que entendamos y aceptemos que nuestro mundo está cambiando, de hecho, ya cambio y es necesario adaptarnos a él. Todas estas nuevas adicciones solo se consideran como tales cuando la conducta tiene implicaciones negativas para la persona e imposibilita su funcionalidad en los ámbitos en que se desenvuelve, de lo contrario solo puede ser considerada como un mal hábito que será necesario ajustar para no caer en la adicción. Todas estas adicciones tienen  en común la soledad, la ausencia de relaciones afectivas fuertes y sanas. Las personas que han caído en estas adicciones se encuentran voluntaria o involuntariamente aisladas del mundo, viven en sí mismas, se encierran en sus dispositivos, en un casino o en su propia imagen olvidándose que somos seres sociales, que dependemos en gran medida de la interacción con los demás; que somos, en la medida que nos relacionamos con el mundo que nos rodea; las adicciones conductuales vuelven a las personas autómatas de las conductas adictivas, pierden el control cognitivo que respalda sus acciones, hacen las cosas, sin pensar en las consecuencias negativas de sus conductas, esperando la satisfacción de obtener el placer inmediato de su conducta. En gran medida, se puede evitar o solucionar estas problemáticas en el encuentro con el otro, en la satisfacción de vivir acompañado y de saberse parte de un todo,  mayor a uno mismo. 



lunes, 9 de septiembre de 2019

El debate sobre la eutanasia



Pbro. Silvio Marinelli






Debo confesarlo: la primera reacción frente a la palabra eutanasia es de tristeza. Pienso que se están desperdiciando energías que se podrían utilizar para ofrecer una mejor asistencia a nuestros hermanos que están sufriendo por una patología en fase terminal o lidian con una enfermedad crónico-degenerativa. Ya hace algunos años un experto en el tema afirmaba: “Existe una inversión de priori­dades. Apenas se habla de lo principal (los cuidados), lo secundario ocupa los primeros lugares. Cuando se analiza la cuestión jurídica -despenalizar o no estas prácticas-, la mayoría de los bioéticos y la práctica totalidad de los medios de comunicación ni se preguntan por los cuidados que reciben las personas en el final de sus vidas” (Francisco Javier Elizari). En efecto, como sociedad civil, debería primar la atención sobre los cuidados que reciben las personas: qué tipo de asistencia, cuál acompañamiento, cómo se apoya a la familia, cómo favorecer una muerte digna.

Los que propician la despenalización de la eutanasia, es decir la oportunidad de no tratarla como un homicidio sin más, se amparan detrás de la motivación de la presencia de “sufrimientos insoportables”. El concepto y la experiencia del sufrimiento – ni hablar del adjetivo “insoportable” -, sin embargo, son fenómenos muy “personales”, sujetos a una variedad de interpretaciones muy subjetivas: dolor físico fuerte (¿Cómo medirlo?), pérdida del sentido de la vida, falta de apoyo familiar y de la medicina, no querer ser una “carga”, una idea de autonomía sin restricciones, etc.   

Escuchando a las personas de a pie, y también a algunos que se dicen expertos en la materia, se percibe el uso de un lenguaje extremadamente complejo y, a veces, confuso. La eutanasia se describe – o confunde – con un conjunto de otras prácticas médicas como el empleo de analgésicos para aliviar el dolor y la limitación del esfuerzo terapéutico (es preferible esta expresión que la no muy halagadora “encarnizamiento terapéutico) y se matiza el concepto con variedad de adjetivos: directa e indirecta, positiva y negativa, activa y pasiva; se discute también entre cuidados ordinarios y extraordinarios, proporcionados y desproporcionados; se añaden también otros conceptos: distanasia, eutanasia y ortotanasia, futilidad, etc. El uso de términos diferentes revela – al mismo tiempo que complica – un debate muy encendido entre los favorables y contrarios a algunas prácticas propuestas o rechazadas. Detrás de algunas propuestas, además, se puede sospechar la presencia de motivaciones ideológicas que poco tienen que hacer con un buen cuidado. Cultivamos el deseo y auspicio que se haga claridad sobre los términos para que el debate pueda realizarse con una premisa indispensable: que todos hablemos con un mismo lenguaje y que los términos tengan el mismo significado para todos.

Desde el punto de vista cultural se puede observar algo paradójico: se ensalza mucho el concepto y la práctica de la autonomía, … hasta el punto de “pedir” la eutanasia. Es paradójico porque la vida física es la condición fundamental para el desarrollo de la libertad y la base sobre la cual se fundamentan todos los valores y derechos del ser humano, también la libertad personal. La eutanasia interrumpe de manera definitiva este proceso de construcción de la persona humana y el progreso de la propia libertad.

Uno de los elementos en que podemos observar un cierto acuerdo es el hecho que la eutanasia debe fundamentarse en una “petición” de la persona involucrada. Se dejó al lado – ojalá también en la práctica – la hipótesis que otros agentes (pensemos en los familiares y, peor, un poder público o los profesionistas de la sanidad) puedan decidir a quién dar la eutanasia. Sin embargo, este principio puede resultar equívoco o ser mal interpretado: ¿Cómo valorar la petición? ¿Es suficiente la expresión de voluntades previas? ¿Cómo impedir que la persona sea alentada o inducida a la petición? ¿Pediría la eutanasia una persona que reciba una buena asistencia? Las situaciones existenciales nunca son simples.

Desde el punto de vista asistencial y médico la eutanasia puede ser percibida como una derrota, porque afirma – entre renglones – que lo que se le está ofreciendo al enfermo no es adecuado y suficiente para que pueda enfrentarse a su etapa terminal, agonía y muerte con dignidad y entereza. Proyecta también la duda sobre la disponibilidad de eficaces cuidados paliativos y una respuesta adecuada al dolor físico con una medicina del dolor a la altura. Respecto a este problema se debe constatar cómo en nuestro país – a pesar de una ley del 2009 sobre los cuidados paliativos y otras reglamentaciones sucesivas – estamos muy lejos de poder ofrecer a todos un cuidado digno y que responda a las necesidades básicas (terapia del dolor, control de síntomas, nutrición, movilización e higiene, acompañamiento psicológico y espiritual) y permita un “morir con dignidad”. Sin embargo, ésta – estamos convencidos – es la dirección a seguir y no el atajo – falaz y falso – de la eutanasia.

Frente a lo complejo del acompañamiento a la muerte y la ambigüedad de la propuesta de eutanasia, se manifiesta la real dificultad cultural de asumir e integrar el hecho de la muerte. Nos hace falta una educación para preparase al acontecimiento de la muerte y la organización de buenos cuidados paliativos.

lunes, 2 de septiembre de 2019


Causas biológicas y sociales de la obesidad

Dr. Jesús Humberto del Real Sánchez





La gran mayoría de las enfermedades, incluyendo las infecciosas, son causadas por la interacción de múltiples causas o factores por lo que son llamadas multicausales o multifactoriales. El caso de la obesidad no es la excepción, y para que esta se desarrolle se requiere de la interacción de varias causas o factores.



Para ilustrar la multicausalidad, veamos algunos ejemplos históricos. A finales del siglo XIX estaba en auge la microbiología con el descubrimiento de los agentes causales de varias enfermedades infecciosas como la tuberculosis. Cuando Roberto Koch aisló el bacilo del cólera “el vibrio cholera” un compatriota suyo, el profesor Pettenkoft de Munich dijo que eso no era cierto, y para demostrarlo ingirió los mencionados bacilos y no le pasó nada (Paul de Kruif, Cazadores de Microbios, IPN, México, D.F., 1996, pagina 104).



Lo anterior no quiere decir que Koch haya estado equivocado, y que el vibrio cholera no fuera el agente causal del cólera, sino que para que la enfermedad se produzca es necesario que quien reciba el microbio sea un individuo debilitado y bajo de defensas, y el profesor Pettenkoft era una persona sana.



Alimentos, Digestión y Nutrientes

Antes de continuar con la discusión sobre las causas de la obesidad, daremos un breve repaso a las nociones de alimentos, digestión y nutrición. Bioquímicamente los alimentos están constituidos por compuestos que llámanos carbohidratos (azucares y harinas), proteínas (aminoácidos) lípidos o grasas y vitaminas y minerales, además de agua. La degradación de los nutrientes produce energía y ésta se mide en calorías. Cada gramo de carbohidratos y proteínas nos proporciona cinco calorías, mientras que un gramo de lípidos nos da nueve calorías.



Para que el organismo pueda utilizar estos compuestos, es necesario que los alimentos que los contengan sean fraccionados o degradados, lo que  conocemos como digestión, una vez que los alimentos han sido digeridos y absorbidos a través de la pared del intestino delgado, los llamaremos nutrientes, lo cual uno puede ver en el etiquetado de los alimentos industrializados como información nutrimental. No existen alimentos naturales que contengan solamente uno de estos compuestos. El maíz contiene principalmente carbohidratos, harinas, pero también contiene  azucares como la fructuosa, muy utilizada como edulcorante en los refrescos, y lípidos o grasas de donde obtenemos el aceite de maíz.



Causas de la obesidad

Desde el punto de vista médico, la obesidad se debe a una desproporción entre las calorías que ingerimos y las que consumimos, por ejemplo, una persona de 60 kilos de peso necesita de 2500 a 3000 calorías diarias y consume alimentos que le proporcionan 3,500 o 4,000, el resultado será un aumento de peso.



Las diferencias en la cantidad de calorías requeridas por personas con el mismo peso, se deben a que existen variaciones en la velocidad del metabolismo (mecanismos de degradación y utilización de los nutrientes dentro del organismo). Todos conocemos personas que comen más que otras y sin embargo no aumentan de peso, en comparación con otras que ingieren la misma cantidad de calorías y que sí aumentan de peso. Otro factor que determina estas diferencias es el ejercicio, dos personas pueden ingerir prácticamente la misma cantidad de calorías, y una sube de peso y la otra no, debido a que una hace más ejercicio que la otra.


Clasificación de las causas

Las causas de la obesidad las podemos dividir en biológicas y ambientales. (internas y externas). Las primeras son inherentes al individuo y los en subdividiremos en genéticas (G), biológicas (B) y psicológicas (P).  Las  sociales o ambientales (S) se refiere al medio que rodea al individuo. Las respuestas psicológicas están condicionadas en buena parte por factores sociales. Ver cuadro 1



Causas genéticas (G).

La participación de la herencia en la obesidad es innegable en algunos individuos, especialmente en aquellos con familiares obesos, lo que justifica el refrán “el que va a ser panzón aunque lo fajen de niño”. Sin embargo, en la mayoría de los casos los factores genéticos por si solos son insuficientes para desarrollar la enfermedad, si estos no interactúan con factores ambientales, lo que se conoce como epigenética. De tal manera, que un individuo que nace con predisposición genética para la obesidad, podría no desarrollarla si desde pequeño lleva una alimentación balanceada y equilibrada.