Por: Pbro. Silvio Marinelli
Para contener catástrofes naturales u originadas por el ser humano,
se cuenta con los servicios de emergencia, como son: los médicos, de policía,
de bomberos, etc. Pero surge la pregunta: ¿y el apoyo espiritual? Este
cuestionamiento, es la motivación para facilitar algunas claves para el
acompañamiento espiritual, ya que si se cuenta con una preparación por
anticipado, se podrá hacer la diferencia en la calidad de apoyo que se puede
brindar a personas, familias y comunidades afectadas por desastres.
Los desastres naturales generan una gran confusión emocional y
espiritual para en los sobrevivientes y las victimas, así como para sus
familias, vecinos y comunidades.
Conocer y comprender estas complejidades, permite construir una
intervención más acorde y humana, necesaria no sólo para dar una respuesta
inmediata en el momento de desastre, sino también para fortalecer a largo plazo
las posibilidades en el acompañamiento durante el proceso de recuperación para
las personas traumatizadas por el desastre.
La palabra trauma, tiene sus raíces del griego, que significa: choque
emocional que produce un daño duradero en el inconsciente. Y también: emoción o
impresión negativa, fuerte y duradera.
Los Psicólogos y sociólogos han dado diferentes definiciones. Para
Van der Kolk (investigador en stress postraumático), el trauma ocurre cuando “la
persona se siente privada de tener un lugar seguro para refugiarse tanto fuera
como dentro de sí mismo, para poder gestionar las emociones de miedo que
experimenta. Esto da como resultado un estado de indefensión y un sentimiento
de que las acciones que realiza no son
suficientes para su vida”.
El trauma también se da cuando los individuos experimentan un
evento extraordinario que amenaza su supervivencia y rompe la seguridad y
sentido en un mundo benevolente.
Las fases de recuperación de lo emocional y
espiritual son menos predecibles, que las fases de
recuperación material y física. La recuperación emocional y espiritual es
profundamente afectada por la naturaleza, alcance y complejidad del desastre.
La perspectiva de recuperación a largo plazo es profundamente impactada por la
pérdida de vidas, la perdida significativa de las propiedades, o ambas.
El ciclo de la recuperación emocional y espiritual
incluye
-
Profunda incertidumbre debido a la pérdida de
la seguridad y la pregunta de “¿cómo recuperar la normalidad vivida antes del
incidente?”;
-
Y las reacciones emocionales, incluido el
stress traumático que abruma los mecanismos que ayudan a hacer frente a la
situación, (las reacciones al trauma pueden incluir los sentimientos de ser
sobrepasados y arrancados de sus actividades usuales, recuerdos recurrentes y
/o pérdida de memoria y fases de ansiedad, pánico, miedo, ira, hostilidad, y /o
depresión).
·
Las reacciones espirituales incluyen:
-
Una crisis de fe en la cual hay sentimientos de ser abandonados por Dios, por
lo que las personas tienen dificultad para hacer oración y no tienen un
espíritu de agradecimiento;
-
Sino al contrario, pérdida de la esperanza, y
prolongados estados de desesperanza que llevan a la separación de las prácticas
religiosas y separación de las comunidades de fe;
-
La necesidad de preguntarse constantemente “Por
qué” un Dios compasivo permite que suceda ese sufrimiento y dolor;
·
Y la búsqueda continua de que Dios provea de
protección y seguridad y reestablezca el bienestar en la vida. Sobre todo,
muchos se sienten más cómodos dando gracias en las oraciones, que llorando y
expresando el dolor y el sufrimiento que se experimentan después de un desastre
o tragedia.
Guías de intervención
A corto plazo, el propósito primario para la intervención pastoral
en crisis con individuos y familias, es ofrecer protección y seguridad. Y a largo
plazo, el propósito primario es asistir y facilitar la restauración de la fe y
la esperanza y acompañar a dar sentido en la vida después del desastre,
particularmente cuando se han perdido vidas.
Fase de respuesta: En el momento de la crisis.
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Ofrecer seguridad:
·
Sobre todo las víctimas de un desastre necesitan
saber que está a salvo su seguridad y que usted es una persona con la cual
ellos pueden desahogar sus sentimientos de manera segura. Ofrecer hospitalidad (“¿Usted necesita algo? ¿Agua,
comida, o una cobija? ¿Ya cuenta con un albergue?).
·
Escuchar atentamente y proporcionar apoyo:
·
Ayudar a la víctima del desastre para que se
exprese y acompañarle para que acepte la realidad y la experiencia del dolor
por la perdida. Escuche con un oído
atento. Guíe la conversación cuando pareciera que los sobrevivientes no saben
de qué hablar, en este caso se pueden hacer preguntas abiertas como: ¿Qué vio
usted? ¿y cómo se siente? Ellos tienen
la necesidad de empezar a tratar con sus sentimientos con la percepción de las
situaciones. Relájese y permita que ellos se expresen verbalmente.
·
Mantenga una actitud de calma y silencio:
Permita a los sobrevivientes mantener el
protagonismo en las conversaciones. No los interrumpa. Pregunte sólo cuando
parezca que ellos quieren hablar. Sus sentimientos son tan intensos que ellos
no saben por dónde empezar. Refleje lo que usted está escuchando en pausas naturales. Manténgase en una
actitud de silencio. (No les diga a las víctimas que usted sabe como se
sienten. Usted no lo sabe.) Si ellos no responden mucho, siéntese con ellos y
permanezca en silencio hasta que ellos estén listos para hablar otra vez. A
veces, el saber que alguien esta cerca es suficiente.
Puede ser que usted escuche cosas que lo
desconcierten. Los sobrevivientes pueden tener sentimientos que les provocan
decir cosas que son violentas. O ellos pueden expresar el deseo de herir a
alguien. No los confronte, ni los juzgue, ni los corrija en este momento. Los
sobrevivientes pueden manifestar ira, ansiedad para enmascarar sus sentimientos
y su vulnerabilidad. No tome su ira como algo personal. Ellos sólo están
temerosos de ser dañados otra vez. Hágales saber que usted esta de su lado.
·
Manténgase teológicamente neutral:
Los sobrevivientes pueden tratar de explicarse
las cosas de maneras que contradicen las creencias religiosas de usted. Respete
las creencias de la persona (incluso si estas parecen inusuales o desconocidas).
Permita que ellos expresen sus creencias. Evite tratar de dar respuesta a
preguntas como: “¿Cómo pudo Dios permitir que esto pasara?” Tratar de explicar
la voluntad de Dios o la condición humana puede enojarlos o confundirlos en
lugar de ayudar. Evite decir frases que no consuelan “Todo estará bien”. A
menos que ellos se lo pidan, puede orar con ellos .
·
Evite arreglar las cosas:
Sólo se puede asistir a las víctimas. Pero no
se puede hacer todo por ellos, no se puede arreglar lo que no es posible. No se
puede traer de regreso a los que han fallecido. Ni prometer que encontraran
vivos a sus hijos, pero puede permanecer con ellos acompañándolos hasta que
tengan noticias. Evite ofrecerles lo que no les puede proporcionar.
·
Enfóquese en las necesidades de los sobrevivientes, y no en las
necesidades de usted:
De
alguna manera también usted podría ser un sobreviviente de desastre.
Usted encuentra que también tiene sus
necesidades, pero tiene la oportunidad de satisfacerlas en un tiempo posterior.
Evalúe continuamente su servicio, haciéndose usted mismo la pregunta, ¿con las necesidades de quién estoy tratando? Esta es
la mejor manera de saber que se esta manteniendo enfocado en el sobreviviente y
no en usted mismo.
Fase de recuperación: Puede tomar algún tiempo después de la crisis del trauma inicial
hasta que se supere. El proceso de recuperación de un trauma puede variar de un
incidente a otro y será muy influenciado por la naturaleza y alcance del
desastre.
Los especialistas en stress por trauma están de acuerdo en sugerir
el uso de rituales para la recuperación del trauma, ya que puede ayudar a dar
sentido a las víctimas /sobrevivientes. Y el ritual puede ayudar a reestablecer
la esperanza.
Infundir “esperanza” es
otro de los objetivos en el acompañamiento. La esperanza no es una fuga de la
realidad dolorosa. La esperanza no consiste en la ilusión de superar todas las
dificultades. Infundir esperanza no es otra cosa que ofrecer a quien se
encuentra movido por el temporal del sufrimiento, un lugar donde apoyarse, un agarradero, ser para el
sobreviviente el ancla que mantiene firme y no a la deriva la barca de la vida.
Ofrecerse para agarrarse, ser alguien con quien compartir los propios temores y
las ilusiones eso es infundir esperanza.
Cuando las personas experimentaron un desastre o trauma, su vida
entera es afectada, no serán los mismos
después, pero pueden ser salir fortalecidos de la experiencia con los
aprendizajes de la experiencia.
Mientras se recuperan del desastre, los sobrevivientes necesitan
apoyo y ayuda mientras encuentran una nueva forma de vivir en la que
eventualmente se sientan bien y productivos. La sanación y la reconciliación
son procesos y no eventos, toman tiempo y no pueden ser forzados ni obligados,
son elecciones que cada persona hace cuando se siente preparado para ello.
Las personas que han sobrevivido a un desastre no pueden controlar
el evento, pero sí pueden controlar su respuesta ante éste, tomando las
decisiones que los dirijan a su recuperación.