Mecanismos
de Defensa – psicología
Todos hemos escuchado, alguna vez,
hablar de los mecanismos de defensa que utilizamos a lo largo de nuestra vida. Pero no todos sabemos lo
que en realidad son y de qué manera funcionan, por lo que en esta ocasión
abordamos el tema para tratar de explicar, de manera general, estos mecanismos
presentes en la vida del ser humano.
Se puede decir que los mecanismos
de defensa son funciones psíquicas reguladoras de las cargas energéticas
presentes en el aparato psíquico (niveles de tensión). La defensa es utilizada
para procurar el mantenimiento del equilibrio y con ello evitar algún tipo de
trastorno o alteración producida por el exceso de tensión. Dicho de otra
manera, se trata de estrategias psicológicas inconscientes que se utilizan para
tratar de disminuir, o quitar, el displacer originado por la tensión que
produce un conflicto que no se puede solucionar de forma adecuada.
Todos los diversos procedimientos
utilizados para hacer frente al conflicto psíquico, son las estrategias de las
que el Yo se vale para tratar de recuperar un equilibrio que le permita
continuar con sus funciones necesarias para la vida. El Yo está gobernado por el miramiento de la
seguridad; se propone la tarea de la auto-conservación y se vale de las sensaciones
de angustia, como una señal que indica los peligros amenazadores, para su
integridad. Por lo tanto, el Yo combate
en dos frentes: tiene que defender su entereza
contra un mundo exterior amenazante, así como contra un mundo interior
demasiado demandante. Y contra ambos aplica los mismos métodos defensivos, sin
embargo defenderse de un mundo externo suele ser una tarea un poco más
sencilla; lo que resulta difícil es escapar de los peligros internos, que
persisten, como amenazas, aunque temporalmente puedan ser frenados.
Los mecanismos de defensa, pues,
son los caminos inconscientes que utiliza el ser humano para que las
situaciones estresantes, conflictivas, frustrantes, etc., no le sobrepasen, le
anulen o le destruyan, reduciendo la angustia, ansiedad, impotencia,
agresividad, etc. que le provocan. Son las herramientas mediante las cuales el
Yo enmascara, oculta o diluye todo aquello que produce una tensión que no se
puede soportar.
Con todo esto, se puede pensar que
los mecanismos de defensa son recursos “adecuados” para la protección del Yo.
Es verdad, el Yo puede estar momentáneamente protegido o regulado mediante
éstos, sin embargo la mayoría de las defensas son más dañinas que benéficas.
Solamente muy pocas de ellas en realidad resultan “positivas” para un
funcionamiento sano de la psique humana. A pesar de que todos los mecanismos de
defensa disminuyen la tensión, sólo unos cuantos son verdaderamente adaptativos
y permiten al sujeto superar el conflicto con mayor fortalecimiento de su
personalidad, al corregir errores, posturas o dinámicas; el resto no son
adaptativos, son sólo paliativos que impiden enfrentarse cara a cara con los
problemas que generan la tensión, obstaculizando así el crecimiento. Por lo
tanto, se puede decir que los mecanismos de defensa ayudan porque representan un
alivio, pero si sustituyen el enfrentamiento directo con las tensiones, impiden
el adecuado desarrollo de un Yo maduro.
Es oportuno mencionar, que siempre existirá un estrecho
vínculo entre las formas de defensa y el desarrollo de ciertas enfermedades. Las
grandes diferencias que hay de unos individuos a otros, en los mecanismos de
defensa utilizados, se deben al nivel de organización del Yo y a la naturaleza
de las tensiones contra las que se protege.
Cuando la conducta defensiva logra mantener
el normal equilibrio de las funciones psíquicas y físicas, podemos decir que el
individuo tiene un comportamiento adaptado y se desenvuelve sin grandes
conflictos o perturbaciones, es decir, elimina fácilmente toda fuente de
peligro, tensión, ansiedad o inseguridad.
Cuando los mecanismos de defensa
fracasan en su objetivo, aparecen los conflictos psíquicos generadores de
ansiedad, angustia y, en pocas palabras, patologías, que en casos extremos
(pérdida de las defensas) pueden llevar a la desintegración psicótica.
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