sábado, 31 de octubre de 2020

Pastoral de la salud Una mirada general

 Por: Pbro. Silvio Marinelli

Ya se hace mucho…

Laicos comprometidos que viven su labor profesional como misión e intentan conjugar la competencia con la caridad cristiana... Médicos y enfermeras que prestan su servicio voluntario, después de su compromiso laboral, en dispensarios, asilos, comunidades terapéuticas… Voluntarios, miembros de grupos parroquiales, ministros de la Comunión que visitan a los enfermos en sus hogares y en los hospitales y asilos… Grupos, asociaciones, movimientos que trabajan en el sector de la formación humana y cristiana de la sociedad con conferencias, cursos y talleres, publicaciones y uso de los medios de comunicación masiva… Grupos comprometidos en la recolección de fondos, en el apoyo material y psicológico de niños, adultos y ancianos con problemas de enfermedad, discapacidad, adicción y otros problemas… Organización de estructuras: asilos, centros terapéuticos, dispensarios, centros de salud… Personas que rezan por los enfermos y sus cuidadores…

 

Este es el mundo de la pastoral de la salud con sus protagonistas y sus trabajos. Un mundo complejo y muy articulado con diversidad de propuestas, patrones de conducta, medios, capacitación, resultados…

Una realidad, la pastoral de la salud, que siempre ha existido en la vida de la Iglesia, que ha cambiado a lo largo de los siglos, que ha buscado, con más o menos éxito, una doble fidelidad: al Dios de la vida y al hombre amado por Dios.

 

Se lleva a cabo con las familias de los enfermos en sus hogares, en las estructuras, particularmente en las públicas que atienden a los derecho-habientes y a los que no tienen seguro social y más necesitan apoyo y ayuda. Se desarrolla también en la sociedad civil, para que brinde mayor atención y muestre mayor interés hacia los hermanos enfermos.

 

Se trata de algo práctico, un “hacer”. Involucra la inteligencia, la voluntad, la sensibilidad emocional, las manos, la mente y el corazón.

 

La pastoral de la salud

De una forma muy sencilla, la pastoral de la salud se puede describir como el esfuerzo de la Iglesia para llevar la luz y la gracia del Señor a los que sufren y a los que los cuidan.

Ante todo la “luz” del Señor, con los valores evangélicos de servicio, solidaridad, respeto de la dignidad de cada ser humano, de ternura, de perdón de los errores y pecados. La luz de Jesucristo ilumina el misterio del sufrimiento; empuja a la lucha para lograr la salud; motiva al compromiso de los sanos; alumbra las decisiones éticas fundamentales respecto al inicio y al fin de la vida, al cuidado debido, al trato adecuado.

La pastoral de la salud no es sólo un “anuncio”, una “proclamación”. Es, al mismo tiempo, servicio concreto, celebración, experiencia de comunión.

La gracia del Señor se manifiesta a través de la celebración de los sacramentos y la vida de oración y litúrgica: nos da la gracia, es decir la fortaleza para seguir nuestro compromiso de vida cristiana. La liturgia es el momento más importante para “cargar las pilas” de nuestro esfuerzo y compromiso. Sin la gracia de Dios el enfermo pierde la esperanza y las ganas de luchar y mantenerse fiel. Sin la ayuda del Señor el “ayudante” pierde las motivaciones, la rutina se apodera de él, encuentra otras ocupaciones sólo en apariencia más urgentes.

La gracia se manifiesta también a través de una vivencia de solidaridad en la fraternidad: la soledad y la tristeza están siempre al acecho en la situación de enfermedad. La gracia de Dios se manifiesta a través de relaciones auténticas, de amistad, de cercanía cariñosa.

Muchas veces la enfermedad se conjuga con la pobreza, el desempleo, la necesidad de gastar ingentes sumas de dinero para asegurar un acompañamiento continuo o para gastos en fármacos e intervenciones quirúrgicas. La pastoral toma en este caso un sentido social ayudando en las dificultades económicas y permitiendo el acceso a todos los servicios de salud necesarios.













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