Por: Psic.
Luz Teresa Millán Hernández
Los
cambios que enfrentamos hoy en día las mujeres son monumentales. Cada vez somos
más las que sentimos la inquietud de conocernos, despertar, crecer, tener un
lugar en el mundo, luchar, prepararnos, hacer, soñar, amar, etc. Y cierto es
que, poco a poco, vamos logrando y ganando algunas batallas gracias a grandes y
pequeñas cosas de tantas y valientes mujeres que se están moviendo; todas vamos
consiguiendo día a día que el mundo se dé cuenta de la importancia de nosotras
al margen de nuestra capacidad para procrear. Intentamos llegar a ser plenas, desarrollando nuestro potencial y
siguiendo algún sueño. Y para lograr el
equilibrio buscamos guías espirituales que nos muestren el camino, grupos de
crecimiento, leemos, pedimos, hablamos, meditamos, oramos… Cada que una mujer
decide tomar el timón de tu vida, ofrece nuevas posibilidades y guía a otras
mujeres a hacer lo mismo.
En
mi propia búsqueda espiritual, muchos son los hallazgos que han marcado mi vida;
talleres, retiros, maestros de vida, psicoterapia, libros, guías espirituales…
pero sin duda la obra “Mujeres que corren
con los lobos” la ha marcado de una manera contundente, completa y
apasionante.
Su
escritora, Clarissa Pinkola Estés, es doctora analista Junguiana, poetisa y narradora de
cuentos. Hija de madre mexicana y padre español, es adoptada posteriormente por
una familia húngara. A través de las tradiciones heredadas de su rica y vasta
cultura, nos lleva a viajar con los mismos relatos infantiles que la
acompañaron a ella en su niñez de las voces de abuelas, ancianas, tías y otras
mujeres de su familia. De esta manera y a través del tiempo, empieza a
dilucidar lo que ella llama “Naturaleza femenina en el arquetipo de la mujer
salvaje” dándole forma a su auténtico rol y misteriosa complejidad. Cabe
mencionar que la palabra “salvaje” en
esta obra hace alusión a lo inocente, puro, original, sano y no contaminado.
Esta apasionante obra,
es un viaje de reencuentro con nuestra espiritualidad que constituye un
descubrimiento de la interioridad femenina a través del desarrollo y uso de la
intuición. Haciendo un profundo análisis de una serie de cuentos que tienen la
característica de actuar como medicina del alma, sobre el andar de la mujer por
el mundo y el camino para alcanzar el “arquetipo de la mujer salvaje”; además de
familiarizarnos con conceptos y símbolos que hacen referencia a lo que conforma
la “esencia femenina”, alcanzamos una transformación del corazón que se lleva a
cabo desde nuestro interior para conocernos desde nuestras raíces más profundas,
reconectando con nuestra sabiduría natural y renaciendo como mujeres completas,
leales y fieles a los dictados de la intuición.
Nuestra vida se
entreteje de los momentos de nuestro caminar: la vida no es estática por mucho
que nos empeñemos en que así sea, siempre está en movimiento y cada experiencia
invita a la transformación como evolución y crecimiento, alimentamos el deseo de
modelar nuestra propia vida y aprender a cuidar de nosotras mismas, anhelamos
el reconocimiento frente a la invisibilidad impuesta por la cultura, la
sociedad, la propia familia y la religión, este reconocimiento es una manera de
gritar a los demás que estamos vivas y que queremos un lugar en el mundo. La invisibilidad
es un factor común de tantas y tantas mujeres que trabajan a la sombra
entregando su vida sin recibir valoración y reconocimiento.
Y así
vivimos en dos mundos: el mundo de abajo, el interior, el personal, el
espiritual, el secreto y el mundo de arriba, el exterior, el público, el
“normal”. Lo que intuimos y sabemos en el mundo de abajo rara vez se acepta con simpatía en el mundo de arriba, este mundo exterior
nos promete el calor del hogar si obedecemos los roles sociales que marca la
cultura, exigiéndonos dejar a un lado nuestra “esencia salvaje”, nuestro
verdadero ser so pena de ser exiliadas si desobedecemos la norma.
El tema del exilio y exclusión es una profunda herida
para quien lo vive y, sin embargo, tan muy común en nuestros días; exiliamos y
excluimos a “la o el diferente”. La mujer conoce muy bien lo que significa
esto, conoce muy bien lo que es el exilio. El precio que paga toda mujer por
hablar, por decir “no”, por cuestionar, por ser diferente y por querer dejar el
estereotipo que le impuso la norma, sin duda, será el exilio. Desde pequeñas se
esperó de nosotras convertirnos en un tipo de mujer con cierto comportamiento,
ciertos valores y hasta un tipo de belleza, todo esto contenido en un estereotipo
muy direccionado a complacer y ser todo para todos sin importar si queremos o
no; si estamos cansadas, si nos gusta, si tenemos sueños pendientes por
alcanzar. Los sobresaltos en la familia no están permitidos, ¡qué barbaridad! eso
jamás, eso, se castigará con el exilio y si por alguna razón se asomara nuestra
“naturaleza salvaje”, la familia, la cultura, la sociedad y la religión no se
detendrán para hacernos regresar a la norma y hacer de nosotras “mujeres
sumisamente perfectas”. A donde nuestra
alma nos pide mirar; la cultura nos dirá, “vuélvete ciega, muda y sorda,”
sufriendo desde la infancia una herida en nuestra fuerza “yóica”. Si pudiéramos contemplar nuestro corazón,
veríamos el profundo anhelo de ser reconocidas y aceptadas con nuestras
cualidades y limitaciones, esto, le conferiría vitalidad al alma, autoestima,
sentido de merecimiento, identidad y alegría de vivir.
En nuestra psiquis, hay
una parte ingenua que se deja seducir incluso por lo que sabemos que no nos
conviene, pero también, está la intuición que es cautelosa y una fuerza que nos
habla y ofrece la seguridad de estar haciendo lo correcto. A la intuición se la
puede ver como amenazante, porque cuando la descubrimos dentro de nosotras, somos
capaces de todo: poner límites, dejar una relación, dejar un hogar, un trabajo,
buscar la soledad, perdonar y quebrantar, si lo vemos necesario, las normas que
nos enseñaron. Esa fuerza femenina, dice Clarissa Pinkola, es la “loba” que
lucha ferozmente por lo que merece vivir y suelta aquello que debe morir, justo
lo que vamos a necesitar en este viaje espiritual de individuación. Para vivir
en equilibrio con nuestra materia y nuestro espíritu, basta con aprender a
observar la naturaleza respetando sus ciclos para respetar los nuestros que son
los mismos. La base de la sabiduría femenina estriba en respetar los ciclos de
gestación, vida y resurrección que ella define con el término de Vida/Muerte/Vida
a lo largo de toda su obra.
Desafortunadamente, la sabiduría de estos
ciclos empieza a perderse desde que somos unas niñas. Toda esta esencia
espiritual se empieza a empolvar y a borrar, hasta que olvidamos que tenemos
una sabiduría interna que hemos aprendido en la profundidad de la vida. Hoy en
día se sigue rechazando y reestructurando la naturaleza femenina, obligándola a adaptarse
a modelos y estructuras artificiales para así terminar normalizando lo anormal.
Así,
vivimos la vida sin grandes pretensiones porque no nos las
permiten, trabajamos empujadas a movernos dentro y fuera de casa por motivos
económicos, atendemos a nuestras familias y a los familiares ancianos,
vigilamos la mayor parte de las tareas domésticas, nos relacionamos, nos
enfrentamos a todo, muchas veces solas; sin embargo, tratamos de equilibrar los
valores que nos marca el mundo con lo que nos dice nuestra intuición, nuestros
talentos y nuestra sabiduría y a pesar de los obstáculos luchamos con inteligencia,
corazón y creatividad por llegar a ser lo que ya sabemos que hemos de ser.
“Todos
sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos
culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos
hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la
sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche.
Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotras tiene sin duda
cuatro patas” (Clarisa Pinkola Estés).
Entonces, el único camino que nos queda es recurrir a
nuestras propias fuerzas y confiar en Dios; Dios nos dio la intuición… ya somos
criaturas plenas y necesitamos recordarlo, recordar nuestros dones (inteligencia,
capacidad de juicio, decisión, resolutiva, con iniciativa, fuerte,
perseverante, intuitiva, amorosa, que perdona, solidaria, espiritual...) Un día,
comenzamos
a darnos cuenta de que la vida es mucho más que aquello que siempre han
esperado de nosotras y hacemos, conscientes de nuestros deseos que se hallan
atrás de los límites establecidos, todo esto, a través de una serie de señales
que no podemos fingir no ver: revisamos el ayer y éste deja de atraernos, no
nos gusta nuestro presente, nuestras creencias sobre la vida y sobre nosotras
ya no tienen peso, aparece el caos y las voces internas todas con mensajes
diferentes, la rutina repitiendo una cosa indefinidamente cansa, ya no queremos
seguir diciendo sí, seguido de otro y otro a lo que siempre hemos dicho “SÍ”, ¡la
posibilidad del “NO” aparece! deseamos dejar de ser lo que el mundo cree que
debemos ser, nos preguntamos ¿quién soy, que no soy como era?, ¿qué quiero?, ¿a
dónde voy?,¿qué quiere Dios en realidad?, ¿qué mujer quiero ser? he sido una
buena hija, una buena esposa, una buena madre, una buena ama de casa, una buena
profesionista, he seguido siempre las normas de otro... Parece ser que lo único
que no he sido es: “ser yo misma”.
“Se
trata de un descubrimiento que nos afecta a todas en algún momento de nuestra
vida, tal vez no sea agradable, pero saben a vida, se trata de un momento
sencillo pero solemne; es el tiempo de la pascua, algo muere y algo comienza a
existir” (Joan
Chittister). El Centro San Camilo A.C. en su oferta educativa ofrece este viaje
espiritual de individuación del corazón en un taller de desarrollo personal
femenino basado en el libro: “Mujeres que corren con los lobos”.