jueves, 28 de mayo de 2020

EL MIEDO Y LA ANGUSTIA



(Del Libro de Las Emociones, del Pbro. Silvio Marinelli)

La palabra miedo (del latín “metus”) es definida en el Diccionario de la Real Academia Española como: “Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”.
El miedo es una más de las emociones básicas que nos acompañan durante toda la vida. Se caracteriza por ser una de las más intensas, frecuentes y difíciles de superar, que se desencadena cuando el individuo es sometido a un estímulo que interpreta como peligroso.
Es una emoción que produce una gran cantidad de trastornos mentales, conductuales, afectivos y psicosomáticos, cuando traspasa los umbrales de tolerancia por su inadecuado manejo.
El miedo nos ayuda a detectar las situaciones amenazantes y a actuar en consecuencia, ya sea defendiéndonos/luchando o huyendo, aunque en ocasiones también paraliza. Cuando algún tipo de peligro es percibido o anticipado, el miedo nos prepara para poder reaccionar de manera adecuada. Y, como se menciona anteriormente, puede ser real (como cuando, caminando en un bosque nos topamos con una serpiente) o imaginario (si caminamos por un callejón oscuro y solitario a medianoche; en este caso no hay un hecho real que inspire el temor, pero nuestra mente se desboca imaginando todo lo que nos podría ocurrir).
El objetivo será, finalmente, la adaptación y la supervivencia.
Cuando se habla de miedo, es común asociarlo con una variedad de términos como: desconfianza, nerviosismo, inquietud, fobia, terror, pavor, preocupación, aprehensión, pánico, ansiedad, angustia, entre otros. Sin embargo, los conceptos que más se suelen confundir, cuando se trata del miedo, son el de angustia y el de ansiedad. Es cierto que estos últimos están muy relacionados pero es conveniente conocerlos un poco más; para ello podemos citar a Freud, quien estudió ampliamente el tema de la angustia y nos ofrece valiosas aportaciones, vigentes a la fecha:
“La angustia tiene un inequívoco vínculo con la expectativa; es angustia ante algo. Lleva adherido un carácter de indeterminación y ausencia de objeto; y hasta el uso lingüístico correcto le cambia el nombre cuando ha hallado un objeto, sustituyéndolo  por el de miedo”. 
Cuando existe un peligro real, aparecen, simultáneamente, dos reacciones: el miedo (con su correspondiente dosis de angustia) y la acción protectora. Por ejemplo, si nos acercamos a un perro y éste nos empieza a gruñir enseñando los dientes, reaccionaremos con el miedo a que nos pueda atacar (miedo ante la percepción de peligro), al mismo tiempo que trataremos de alejarnos de él (protección y supervivencia).
Y lo mismo ocurre ante un peligro interno; el problema es que los peligros internos no son de fácil acceso a la conciencia y por lo mismo permanecen como una sensación imprecisa y agobiante – angustia –. Por lo general, de manera inconsciente, al peligro real se aúna un peligro interno, por eso es tan subjetiva y variada la forma de reaccionar ante cualquier estímulo externo.  Un peligro interno podría ser, por la propia historia del sujeto, el miedo al rechazo. Este miedo puede permanecer inconsciente, sin embargo, ante situaciones en las que exista cierta amenaza de rechazo, una señal de alarma se disparará generando la angustia; la persona utilizará sus defensas para no sentirse rechazada y haciendo los movimientos necesarios para disminuir o anular el rechazo, pero la angustia ya está presente. Como el sujeto acomodó la situación (puede negarla, racionalizarla, etc.), no entiende la situación angustiante. Ante cualquier peligro real, la posibilidad de que se le asocie, inconscientemente, con un peligro interno es muy alta, por eso es tan subjetiva y variada la forma de reaccionar ante cualquier estímulo externo.
El significado que se dará a la situación de peligro dependerá de la apreciación de nuestras fuerzas en comparación con su magnitud, la admisión de nuestro desvalimiento frente a él, desvalimiento material en el caso del peligro realista, y psíquico en el caso de peligro interno.
La angustia es una reproducción de condiciones de indefensión y desamparo vividas desde el momento mismo del nacimiento (primer evento de angustia) que se dispara, como señal de alarma, en la situación de peligro.
En síntesis, el miedo se presenta ante un objeto externo amenazante -real-, contra el que se luchará o se decidirá huir para protegerse, y la reacción es proporcionada al mismo. En la angustia no existe un objeto externo, por tanto, la amenaza procede del interior del sujeto -peligro interno-.
 “Terror, miedo, angustia, se usan equivocadamente como expresiones sinónimas; se las puede distinguir muy bien en su relación con el peligro. La angustia designa cierto  estado como de expectativa frente al peligro y preparación para él, aunque se trate de  un peligro desconocido; el miedo requiere un objeto determinado, en presencia del cual  uno lo siente; en cambio, se llama terror al estado en que se cae cuando se corre un  peligro sin estar preparado: destaca el  factor de la sorpresa” (Freud: Más allá del principio de placer, pp. 12-13).
Es fácil, también, confundir el miedo con las fobias ya que éstas se manifiestan mediante un miedo ‘excesivo’ ante determinados objetos o situaciones -reales-, que no corresponde a la magnitud de amenaza o peligro que dichos objetos representan.
Cuando se observa una fobia, se presupone la existencia de angustia (peligro interno) que, al no poder conciliarse en el aparato psíquico, realiza un desplazamiento hacia algún objeto externo.
La angustia (interna) que produce esta sensación tan agobiante, se deposita en un objeto externo; frecuentemente se “elige” algún objeto que, en el momento de alto grado de angustia, se encuentre cerca.
De esta manera la angustia interna, insoportable para el sujeto, desaparece, convirtiéndose ahora en una fobia, algo externo más fácil de tolerar, controlar y evitar. “En las fobias se puede discernir con mucha nitidez el modo en que este peligro interior se traspone en uno exterior, vale decir, una angustia ‘neurótica’ se muda en aparente angustia ‘realista’ […] De un peligro externo uno puede salvarse mediante la huida, pero es difícil empresa el intento de huir de un peligro interno” (Freud: Conferencia 32: angustia y vida pulsional, p. 78).  

Mano, Silueta, Forma, Horror

miércoles, 20 de mayo de 2020

Las mascotas, instrumento de relación de ayuda al enfermo


Psic. Cliserio Rojas Santes

Un aspecto aún poco explorado es la relación de una mascota en el cuidado del enfermo, y en general con cualquier persona. Los efectos beneficiosos en la salud que produce la relación del hombre con los animales han sido intuitivamente aceptados desde siempre, pero es a partir de mediados de la década de los 60, cuando empiezan a efectuarse investigaciones en este campo, y del resultado de éstas, se desprende el hecho que los animales de compañía proporcionan notable alivio a las dolencias y calamidades, tanto corporales como espirituales de los seres humanos, a tal punto que está demostrado en distintos estudios, que personas con mascotas viven más tiempo y con mejor calidad de vida que las que no las tienen.

Los innumerables beneficios de esta interacción, son del todo comprobables ya que se trata de algo real y vivido por el hombre desde tiempos remotos. Se trata de concientizar y aprovechar al máximo los aspectos positivos de la relación del hombre con el animal. Es de resaltar que la puesta en marcha de este tipo de programas descansa sobre bases sólidas, con antecedentes que demuestran fehacientemente que nos encontramos en una vía, que cuenta con hechos importantes a través de estudios comprobados, en países de tecnología avanzada como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y España, entre otros, que han tomado la iniciativa y han aportado resultados muy prometedores, ante los cuales no podemos permanecer distantes ni indiferentes.

Benéficos efectos con las personas mayores

Las mascotas favorecen el mejoramiento de la salud y prolongan la vida, ya que contribuyen a un cambio en el estado de ánimo del paciente. La existencia de una mascota dentro del hogar hace que sus propietarios se ejerciten, olviden sus problemas aunque sea por unos momentos, y eviten caer en la depresión al sentirse útiles y queridos incondicionalmente por alguien.  Al conjunto de estos beneficios se les ha llamado Efectos Mascota Positivos y si bien son varios, se han destacado algunos para el caso de las personas mayores:

El aumento de la autoestima: el sentimiento de inutilidad que puede afectar a las personas mayores luego de su jubilación, puede ser compensado con los requerimientos de atención de una mascota.

Los aspectos positivos que una mascota puede dar a las personas de mayor edad, son emocionales y de salud. Su estado de ánimo sube y mejora al ver cosas cómicas y curiosas de la mascota, algunas veces provocando risa. El acariciar a la mascota por cierto tiempo, provoca un estado de paz y tranquilidad en las personas, provocando un ritmo normal en el corazón y regulando así su presión.

El estar pendientes de la mascota y de sus necesidades les ayuda a no sentirse como estorbos e inútiles; también el sacar a la mascota a paseos cortos favorece la actividad y mejora la salud.

Muchas personas de edad, al estar en soledad por las diferentes ocupaciones de la familia o descuido de ellas, pueden poner en peligro su salud. El tener una mascota en esos casos es de verdad confortable para ellos, al poder hacer una vida para alguien: su mascota.

El poder tener una actividad diaria en compañía de alguien, aunque sea de una mascota, les ayudará a seguir adelante, ocuparse de algo ya sea la actividad diaria de sacar a la mascota, darle de comer o el de cepillarla, además de provocar un tema de conversación diferente, no hablar de enfermedades, sino de cosas productivas y cómicas que la mascota puede provocar.

El acariciar un animal también invita al movimiento de la mano y el brazo; para acariciar el pelo suave y cálido de nuestros perros, los dueños deben estirarse y girar su cuerpo.
Durante y después de la visita, los residentes se vuelven más activos y receptivos. Nuestras visitas ofrecen entretenimiento y una necesaria distracción del dolor, la depresión o de la rutina que les envuelve. Muy a menudo nos encontramos favoreciendo el renacimiento de una amistad o despertando la memoria de animales queridos.

El trato con las mascotas trae beneficios a los enfermos del corazón, pues el cuidado de éstas favorece la disminución de la presión sanguínea, aminora la ansiedad, por lo que no sería extraño que las mascotas sean recomendadas para contrarrestar ciertos trastornos emocionales derivados del estrés. Asimismo, los perros guardianes proporcionan sentimientos de seguridad a sus dueños.

...y en los niños
En cuanto a los niños que crecen con mascotas, aparte de pasar momentos maravillosos jugando con ellas, se familiarizan con aspectos importantes de la vida como son el nacimiento, desarrollo, reproducción y muerte; les dan además sentido de responsabilidad, y el cariño que recibe de su mascota contribuye a elevar su autoestima.

Las mascotas... amigas del ser humano

La relación entre amo y mascota llega a ser tan profunda, que cualquier estado de ánimo y salud, la mascota lo puede sentir y tratar de ayudar a su amo. Hay casos de personas de mayor edad, que sufrieron algún problema de salud y la acción oportuna de la mascota, aún siendo espontánea, ha logrado salvar a su dueño, llamando la atención de alguien y así de la oportuna intervención médica.

En la actualidad algunos doctores, en lugar de recetar medicamentos, recomiendan tener una mascota, como parte del tratamiento para diversos malestares. Según diversos estudios científicos, las mascotas además de proporcionar alegría y fomentar hábitos, contribuyen a que los humanos tengamos una vida más saludable y duradera.


 Gato, Gatito, Mascotas, Animales


Beneficios que proporcionan las mascotas
Efecto socializador o de puente social: las mascotas constituyen un factor de acercamiento entre personas en las calles, parques, etc. Es fácil entablar conversación aún con extraños; cuando hay una mascota de por medio se fomenta la socialización de la persona, motivándola a salir de su casa.
Valoración de lazos afectivos: Perros y gatos son fieles compañeros de niños y adultos, uniéndolos una importante relación afectiva que al mismo tiempo estimula su aprendizaje.
Compañía y entretenimiento: Los niños logran grandes compañeros de juegos, que se convierten en grandes cómplices en lo que a amistad se refiere. Las personas jóvenes que viven solas, encuentran compañeros incondicionales que combaten la soledad al llegar a casa. Los ancianos encuentran compañeros de caminatas y grandes confidentes a la hora de conversar.
Estimulan la responsabilidad: Sobretodo los niños, deben asumir pequeñas responsabilidades, para no atentar contra la vida y salud de su mascota: limpiarla, darle una alimentación adecuada, sacarla a pasear, jugar…etc. El niño tendrá que ordenar sus actividades y priorizar actividades si quiere tener un perro o gato “feliz” en casa.
Mayor sensibilidad: Producen relajación por tacto, mejorando la sensibilidad y comunicación. Son capaces de producir bienestar psicológico en sus dueños. Al acariciarlos mejoran la sensibilidad, relajan a las personas y les brindan una grata y cariñosa compañía.
Mejoran el equilibrio emocional de las personas: Gracias a una mascota, se puede aprender a entregar cariño. Además se aprende a entender el ciclo de la vida, y se aprende a superar su ausencia recordando los agradables momentos pasados juntos.
Mejoran la seguridad personal: Hay un sentimiento de seguridad implícito al tener un perro cerca, ya sea mientras paseamos por una calle oscura, cuando un perro protege nuestro hogar o mientras dormimos. A los discapacitados les otorgan seguridad emocional para poder desplazarse por todas partes. Sin lugar a dudas, un perro engrandece el espíritu en todo el sentido de la palabra.

martes, 12 de mayo de 2020

Alegría y Vida Cristiana


Adaptado del Libro de Las Emociones, del Pbro. Silvio Marinelli
Una novela muy conocida, El Nombre de la Rosa, - muchos han visto la película- nos presenta una historia que nos hace reflexionar. Estamos en la Edad Media en un monasterio, donde se guarda celosamente un manuscrito de Aristóteles sobre la comedia, es decir, sobre el arte de hacer sonreír y divertirse. Es el único ejemplar de la obra. Según la mentalidad de aquel entonces, todo lo que había escrito el filósofo griego era “verdad” y se debía aprobar sin titubeos. El monje bibliotecario guarda este único ejemplar y no escatima ningún medio –ni siquiera el asesinato- para impedir la divulgación de esta obra, que justificaría –según su parecer- una actitud irreverente hacia Dios, la Iglesia y la verdad: todos se sentirían legitimados a burlarse de las cosas más sagradas.
Se trata de pura ficción: la obra nunca existió y, por ende, nunca hubo un monasterio donde se perpetraran estos delitos. Sin embargo nos ayuda a reflexionar sobre el carácter “revolucionario” de la alegría: “revuelve” la situación, nos ayuda a ver según otras perspectivas, nos hace olvidar –tal vez sólo por un minuto- las desgracias que nunca faltan en nuestra vida, nos permite expresar sólo lo mejor de nosotros mismos.
La alegría y su “primo hermano”, el buen humor, nos ayudan a producir endorfinas que atenúan el dolor y reducen el estrés, nos permiten sobrellevar los momentos difíciles del sufrimiento, favorecen el desarrollo de la solidaridad humana, el aprecio de la belleza y el brotar de la bondad. Alegres y cuerdos; mejor alegres porque cuerdos... como Don Quijote: ¡Se necesita una chispa de locura para no enloquecer del todo!
La salud integral, holística, necesita un cultivo de pensamientos y emociones positivas, alegres, necesita el buen humor para no tomarnos demasiado en serio, para ver con ojos de bondad nuestros defectos y los de los demás con aún más bondad. Quizá sea la actitud de Dios frente a nuestras torpezas y tonterías; en la cruz disculpó y perdonó a sus verdugos porque no se daban cuenta de lo que hacían.
San Pablo, escribiendo a los Filipenses, nos da la pauta para tener una actitud de alegría, a pesar de todos los problemas. “Doy gracias a mi Dios..., rogando... con alegría por todos ustedes... Cristo es anunciado, y esto me alegra y seguirá alegrándome...” (Fil 1, 3-4). Añade más adelante: “Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor...” (Fil 3,1), “estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres. Que su clemencia sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión, presenten a Dios sus peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios... custodiará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud o valor, ténganlo en aprecio” (Fil 4, 4-8).

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viernes, 8 de mayo de 2020

REACCIÓN MUNDIAL ANTE EL CORONAVIRUS

Por: Dra. Luz Elena Nevares

El 31 de diciembre de 2019 se comunicó a la OMS de varios casos de neumonía en Wuhan, una ciudad situada en la provincia China de Hubei, causada por un virus, distinto a los conocidos;  lo cual resulta preocupante porque se desconoce de qué manera puede afectar a las personas.
Una semana más tarde, el 7 de enero, las autoridades chinas confirmaron que habían identificado un nuevo coronavirus, una familia de virus que causan el resfriado común y enfermedades como el MERS (Síndrome Respiratorio del Este Medio) y el SARS (síndrome respiratorio agudo severo). Este nuevo virus se denominó, provisionalmente virus 2019-nCoV. Tiene un genoma diferente a los demás y era desconocido hasta hora; con una tasa de mortalidad del 7.8%
¿Qué es el coronavirus chino?
Los coronavirus son una familia de virus que producen fundamentalmente infecciones respiratorias. "Los coronavirus pueden provocar infecciones leves como los catarros, pero también otras más graves, como neumonías", explica a El Periódico Juan Pablo Horcajada, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar de Barcelona y miembro de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

2. ¿Cómo se contagia el virus?
Aunque inicialmente se pensaba que se contagiaba de animales a humanos (el brote se inició en un mercado de animales de la ciudad china de Wuhan), ahora sabemos que se puede contagiar de persona a persona, mediante gotas de saliva al toser o estornudar. Recientemente, se ha sabido que también se contagia durante la fase de incubación, mientras la persona todavía no ha desarrollado los síntomas.
Desde el momento en que fue informada del brote, la OMS ha estado trabajando con las autoridades chinas y con expertos de todo el mundo para obtener más información sobre el virus, sus efectos sobre las personas infectadas, su tratamiento y las medidas que pueden adoptar los países para hacerle frente.  
Lo que se conoce sobre este virus, es que causa síntomas respiratorios, el número de personas infectadas incrementa día a día y el 25% de los casos confirmados han presentado síntomas graves. Por el momento, no se conoce la fuente de la infección —si bien, muy probablemente, se trate de un reservorio animal— ni el alcance del contagio entre personas. 
Esas infecciones suelen cursar con fiebre y síntomas respiratorios (tos y dificultad para respirar). En los casos más graves, pueden causar neumonía, síndrome respiratorio agudo severo, insuficiencia renal e, incluso, la muerte.



Hasta el momento son 24 los países que registran personas infectadas.
El coronavirus ha alcanzado todo el territorio de China y hay 12 países asiáticos con casos registrados. En Europa hay registradas 28 personas contagiadas en nueve países; Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, entre ellos. El último caso conocido es el de un turista alemán en España. Por su parte, Estados Unidos ha prohibido la entrada a los viajeros que hayan estado recientemente en China. 

¿Hay algún tratamiento disponible?
El tratamiento principal es la atención continua: asegurarse de que el paciente reciba suficiente oxígeno y, si es necesario, usar un ventilador para llevar aire a los pulmones. Los pacientes deben descansar y beber muchos líquidos mientras el sistema inmunitario hace su trabajo y se cura por sí mismo. No se ha probado la efectividad de ningún medicamento, hasta el momento sólo se está experimentando con un medicamento para tratar el VIH.

¿Qué están haciendo las autoridades de salud para contener el virus?
Las autoridades de China han cerrado ya casi todas las vías de transporte en todo el país. Los servicios de autobuses y los viajes al extranjero se han reducido. El gobierno está construyendo dos nuevos hospitales —que estarán listos en dos semanas aproximadamente— para atender a pacientes con coronavirus.
En Wuhan se prohibieron las reuniones públicas grandes y los eventos masivos, y el gobierno anunció que todos los residentes debían usar máscaras en público para ayudar a prevenir la propagación de la enfermedad. Las salas de cine están cerradas en gran parte del país.
Los gobiernos de todo el mundo han estado examinando en sus puertos de entrada a los pasajeros que llegan de Wuhan, y Estados Unidos está ampliando su inspección de pasajeros procedentes de China.
El gobierno chino y la OMS han acordado el ingreso al país a grupos internacionales de científicos para ayudar a evaluar y contener el brote

Es impresionante la manera en que, a pesar del alcance de transmisión del virus entre las personas y su propagación en todo el país, sobre todo ante el gran número de población, el ser conscientes de realizar los cercos sanitarios para evitar la propagación con todo los implementos modernos y el personal a cargo de organizar, planear y actuar incluyendo servidores de la salud, han evitado que este mal sea mayor.





lunes, 4 de mayo de 2020

¿Buscar el sentido o crear sentido?



 Por: Pbro. Silvio Marinelli

El sentido no es algo inherente a las cosas o acontecimientos: somos nosotros quienes “damos” sentido a una situación feliz o difícil. Cada uno de nosotros, más que “buscar” un sentido ya predestinado, que estaría fuera de nosotros y escondido a una mirada superficial, es “creador” de sentido, llamado a “producir” sentido y a “inyectarlo” en las situaciones de la vida. Con esta postura se evita una actitud fatalista de quien afirma que “¡No hay nada que hacer: esta situación no tiene sentido!”. Algunas propuestas de eutanasia reflejan esta dificultad a “crear sentido” en las situaciones de la enfermedad terminal: visto que no se logra crear sentido, sería mejor terminar con una vida sin sentido. El problema radica en que el sentido “no se encuentra”, al contrario “se crea”, “se genera” tal vez con una actitud paciente y perseverante.
Al mismo tiempo, es oportuno volver a precisar que este generar sentido donde aparentemente no lo hay, se puede lograr no sólo en los casos de enfermedad, discapacidad, envejecimiento y muerte física, sino también en todas las ocasiones en las que experimentamos nuestros fracasos, nuestra limitación, la falta de recursos, la dificultad en desarrollar nuestras aptitudes en un medio hostil. El “dar sentido” es tarea de toda la vida en toda situación. Quizá ésta sea la característica más creativa y creadora del ser humano: puede crear sentido también en el sufrimiento, la carencia, la privación, la aniquilación de todo. De cierta manera, participa de la actividad creadora de Dios.
El filósofo catalán Francesc Torralba observa que el ser humano siente la necesidad de dar sentido a su vida, a su existencia. No tiene bastante con estar o con subsistir, o con permanecer en el ser, sino que, además de ser, desea permanecer en el ser con sentido. Y si detecta que esa permanencia no tiene sentido, que vivir carece de sentido, que es algo absurdo, estúpido, insulso puede, incluso, desear no ser, hacerse nada.
Descubrir nuevos valores, apreciar la vida como un misterio, vivir el sufrimiento como ocasión para madurar, pueden ser puntos de luz que, si bien no solucionan completamente el ansia de sentido, pueden marcar una ruta para vivir su situación.
Entre los valores, quizás, lo más apreciado, es el mundo de las relaciones afectivas, es decir, el sentido de comunión, la experiencia de no estar solo en medio de la soledad existencial que caracteriza la condición humana y que puede hacer experimentar un sabor amargo en medio de las dificultades de la vida. De aquí la especial importancia que toma el mundo de las relaciones en el sufrimiento, la calidad de las mismas, su grado de autenticidad y profundidad, el lenguaje de los gestos y de los símbolos, el mundo de las pequeñas cosas que se convierten en grandes.
Cada uno de nosotros, en efecto, puede decidir cómo comportarse en las situaciones de sufrimiento: de una manera egoísta, narcisista, demandante y tiránica, con mal humor y manifestaciones de agresividad y envidia hacia quien cuida o intenta ayudar; o, al contrario, de una manera amable, respetuosa, colaborativa y agradecida hacia quien cuide. La decisión está en la libertad del sujeto que puede desarrollar o rechazar particulares actitudes.
La pregunta del título encuentra una respuesta clara: el sentido se crea, se da, se produce; no lo encontramos fuera de nosotros ya preparado.
Para los creyentes – citando a un teólogo contemporáneo (Bruno Morriconi) – “La cruz es la revolución de todos los conceptos que podamos construirnos sobre Dios. De ella, pues, aprendemos que Él no es indiferente, sino sufriente; no es frío, sino tierno; no es imperturbable sino vulnerable; no es alejado, sino acongojado... En los caminos pulverulentos e insidiosos de este mundo que lo condujeron al sufrimiento y a la muerte, el Hijo de Dios no ha venido ‘como héroe’, ni ‘como Dios’, a pesar de que era y permaneció tal, sino en la condición de hermano de los hombres que no puede sustraerse a la muerte… Verdadero compañero de cada persona que sufre, de quien lo conoce, de quien nunca ha oído hablar de él y también de quien lo rechaza, Él tiende la mano a todos. A quien tiene la gracia de darse cuenta, le aligera el sufrimiento, porque quien mira al Cristo crucificado puede decir (con un poeta) ‘no lloro más de un llanto sólo mío’, porque llora conmigo también el Hijo de Dios”.