viernes, 28 de agosto de 2020

SÍNDROME DE BURNOUT DEL CUIDADOR.

 Por. Psic. Cliserio Rojas Santes

La situación del cuidador con restricciones en su vida social, en su estado de salud, en su tiempo libre, en sus aficiones, en su intimidad, etc., perturba de modo intenso su equilibrio personal y familiar, dañando gravemente la relación intrafamiliar y experimentando una profunda sensación de soledad. Se puede desarrollar un síndrome de "fatiga crónica" o "Síndrome de Burnout", que puede interferir en la calidad de los cuidados proporcionados el enfermo.

 

Las manifestaciones principales del "Síndrome de Burnout" son:

- Síntomas depresivos: trastornos del sueño, tristeza, fatiga que no corresponde a la actividad, incapacidad para concentrar la atención, perdida de interés en actividades previamente placenteras, cefaleas, enlentecimiento del pensamiento, energía, anhedonia.
- Cambios de humor, agresiones verbales y expresiones de crueldad.
- Síntomas físicos: molestias abdominales, mareos, síntomas cardiovasculares y respiratorios.
- Consumo de alcohol o drogas.

La situación de agobio que vive el cuidador es la causa principal de la institucionalización en pacientes dependientes como los ancianos.

Las necesidades más importantes del cuidador son:

1. Información: el cuidador necesita aumentar sus conocimientos sobre la enfermedad, sus cuidados, complicaciones, etc.
2. Formación: desarrollo de habilidades de comunicación, afrontamiento de= estrés, cuidados al paciente.
3. Apoyo emocional: el cuidador desea recibir afecto, comprensión y apoyo de otras personas de su círculo social. El apoyo puede llegar de grupos de apoyo constituidos por personas que han vivido situaciones similares y por tanto hablan el mismo lenguaje que los "cuidadores".
4. Periodos de descanso- hay que buscar fórmulas que permitan al cuidador momentos de descanso (mañanas, vacaciones, fines de semana). Se puede recurrir a centros de día, ONGS, voluntariado, asociaciones de familiares, cuidadores profesionales, etc.
5. Otras: económicas, ayuda en el cuidado físico, ayuda en funciones domesticas, etc.

3.- Otros sistemas de apoyo social.

 

Al hablar de la situación de una persona responsable de los cuidados de un familiar, hemos citado la posibilidad de desarrollar un síndrome de agotamiento denominado "síndrome de burnout" o estar quemado. En los profesionales dedicados al cuidado continuado de un paciente, también puede surgir esta manifestación. Los más susceptibles de ser afectados por este síndrome,  son los miembros de equipos dedicados a cuidados paliativos con pacientes en situación grave o terminal. El agotamiento laboral afecta al personal sanitario cuando éste se ve desbordado por las numerosas exigencias que plantea el cuidar estos pacientes. Puede surgir una reacción de estrés cuando percibimos una situación o suceso que nos resulta amenazante y que al respecto evaluamos que no poseemos los recursos necesarios para su adecuada superación. Tenemos una sensación de irritabilidad y perdida de energía física, sentimientos de baja autoestima y de no eficacia. El sentirse indefenso será el último eslabón de esta cadena. Cuando se repiten estas situaciones, el riesgo de agotamiento es casi inevitable. El cuidador pierde el entusiasmo por el trabajo y las consecuencias para su salud pueden ser muy negativas. Pese a sus efectos devastadores, el síndrome de agotamiento suele pasar desapercibido, siendo más fácil de reconocer en otra persona que en uno mismo. Muchos cuidadores piensan que reconocer ante los demás sus reacciones de estrés, es admitir su incompetencia, lo que puede exponerle a sentimientos adicionales de perdida de la propia autoestima, ya seriamente afectada.




martes, 18 de agosto de 2020

La Alegría

 Por: Pbro. Silvio Marinelli

La alegría es un estado interior fresco y luminoso, generador de bienestar general, altos niveles de energía y una poderosa disposición a la acción constructiva. Quien la experimenta, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos.

Algunas de las funciones de la alegría son:

Dar luz y color a la vida, hay quienes le llaman la sal de la vida, es un ingrediente que nos hace sentir bien, nos permite contrarrestar el dolor y el sufrimiento, si bien, el sufrimiento es inevitable, la alegría nos puede ayudar a pasar el momento de una manera más amena.

La alegría puede ser también una forma de mejorar e inicial las relaciones sociales y al mismo tiempo es benéfica para los  estados de salud puesto que los estados de ánimo están directamente relacionados con las emociones, así, al estar más alegres nuestra salud se verá beneficiada.

Nuestro cuerpo produce de manera natural una hormona responsable de aumentar la alegría y de eliminar el dolor, esta hormona recibe el nombre de endorfina.

Cuando la endorfina comienza a proporcionar dosis extras se reduce el dolor físico y aumenta el amor por la vida.

La alegría es positiva cuando ella nos ayuda a comunicar, a desarrollar simpatía y amistad, es buena cuando produce optimismo y creatividad abriendo nuevos horizontes. Generalmente, la alegría nos mantiene jóvenes y espontáneos y puede convertirse en fuente de salud. Nos permite vivir en plenitud.

Sin embargo, también existe un aspecto negativo de la alegría, como cuando la persona se vuelve superficial o cuando a partir de la alegría se ridiculiza a las personas y se pierde el respeto por ellas o por el dolor. Puede ser negativa cuando invade el espacio de quien vive otras emociones.






miércoles, 12 de agosto de 2020

La Importancia del Silencio

 

         Existe en muchas personas un gran miedo a estar en silencio; sin embargo hay muchas otras que lo toleran y otras tantas que lo disfrutan... ¿Cuáles podrían ser las razones de esto?, y, ¿Cuáles los posibles beneficios?

      Hoy en día existe mucho ruido a nuestro alrededor: cuando no está la televisión prendida, será el radio,  la música, el teléfono,  los amigos, en fin; cuesta mucho trabajo encontrar esos minutos de silencio, y así al no tener esos ratos de paz entre tanto alboroto nos vamos acostumbrando a convivir con el ruido y nos vamos desacostumbrando a esos momentos en tranquilizad y, cuando éstos llegan, nos toman desprevenidos, y les tenemos miedo, causan una sensación extraña, de aburrimiento, de soledad; y entonces rápidamente buscamos algún distractor y así se huye constantemente del silencio.

    Hay otro grupo de personas que, cuando las toma desprevenidas el silencio, lo aguantan estoicamente y simplemente lo toleran porque no tienen de otra; no tienen el miedo de las que mencionamos antes pero tampoco buscan esos momentos de silencio.

      Y existe un tercer grupo, al que le gusta estar en silencio, que disfrutan esos momentos, que buscan entre la vorágine del día esos ratos a solas con ellos mismos: a esta gente le gusta reflexionar, pensar, estar con ellos mismos, quizá en muchas ocasiones ellos mismos sean su mejor compañero.

     Creo que al ser sociales es muy importante la interacción con las personas, con la sociedad, con el mundo que nos rodea; pero igualmente es muy importante entrenarse para poder disfrutar y aprender en el silencio, ya que nos  puede traer muchísimos beneficios, empezamos a conocernos mejor a nosotros mismos, a ir metiéndonos en lo más profundo de nuestro ser, y, al poder observarnos desde un perspectiva externa, podemos empezar a crecer, a ser más conscientes de lo que hacemos, y a analizar mucho más las cosas que suceden a nuestro alrededor, a apreciar lo bueno que tenemos cerca y a darnos cuenta que muchas veces lo que se veía muy mal, resulta que no fue tan malo e inclusive se puede obtener un beneficio: qué importante es el silencio, apreciar todo lo que nos rodea, poder escuchar el viento, los pájaros, oler la lluvia, ver un amanecer, observar las texturas de los árboles, las plantas; en fin tantas cosas bellas que nos acompañan diario.

        Al ir entrenándonos en el disfrute del silencio,  seremos mucho más conscientes del momento y vamos a poder disfrutar cada instante que vivimos, que es lo que realmente tenemos en la vida; la secuencia de momentos,  y  así podremos entrar en una espiral en donde aprendemos en el silencio y disfrutamos en el ruido de la vida, que sucede todos los días.

      Merece mucho la pena ir quitándose de todos esos ruidos que nos distraen de la vida; apaguemos los televisores, dejemos de lado los celulares para hablar más, ya sea con los seres queridos que están cerca o con el ser más querido que debes de ser tú mismo; tienes la obligación de llenarte de ti, para que una vez lleno puedas desparramar a los demás; evitemos todos esos ruidos distractores y empecemos a disfrutar el estar con uno mismo. 

Todo ese disfrute nos está esperando y es gratis, sólo busca en tu interior y poco a poco te hablará, hasta que un día no le pare la voz a ese ser interno.

          En el silencio también encontramos a Dios, nos llenamos mas nuestro espíritu, alimentamos esa otra parte de nuestro ser que es al alma: Dios escogió esta forma para hablarnos en la aridez del silencio.

     ¡Aprendamos a disfrutar el silencio!







martes, 4 de agosto de 2020

La Tanatología Educativa

 

Por. Mtro. Omar Olvera Cervantes

Últimamente podemos constatar el producto de las diferentes propuesta educativas que han variado casi cada sexenio, al menos en nuestro país, lo cual ha generado brechas culturales intergeneracionales y eso sin mencionar todavía el aspecto informal pero altamente efectivo de la reeducación desde los medios masivos de comunicación que se han extendido gracias al internet y la telefonía celular que nos permite participar y generar información en tiempo real, que inmediatamente es compartida y replicada, teniendo un impacto consiente e inconsciente en la continua configuración de la conciencia social. A este factor se agregan los modelos mercadológicos que definitivamente han creado un tipo de conciencia egoísta y pragmático implantando una mentalidad del desecho.

Un aspecto deficiente que se va convirtiendo en tendencia es en nuestra cultura occidental es la incapacidad de detenernos a contemplar aspectos de tipo trascendente, que no son prácticos y que además son improductivos en términos materiales y que tienen que ver con una realización más profunda de la vida. Se promueve una negación de los límites humanos, por eso cuando aparecen la enfermedad o la muerte nos conflictuamos de una manera desproporcionada, ya que aun siendo elementos propios de la vida no se les considera y por ello cuando aparecen se convierten en fuentes de conflictos y patologías.

La tanatología educativa trata de incluir la perspectiva existencial completa, no sólo las habilidades que nos hacen funcionales en una sociedad construida para producir y consumir. Se propone incluir en los modelos educativos formales e informales la perspectiva de la muerte, para considerar nuestros límites naturales de forma consiente.

Esta propuesta considera que, al incluir estos conceptos, se puede lograr que cada sujeto valore su propia vida y sus relaciones desde una postura más integral, al mismo tiempo que su capacidad resiliente ante las adversidades puede fortalecerse dándole herramientas para superarse y ampliar la calidad de sus relaciones, considerando nuevos sentidos para su vida desde una postura llena de esperanza. 

En la antigüedad el tema de la muerte no era omitido. Se ve en la experiencia de los grandes maestros espirituales monásticos, que el considerar la muerte propia cada noche evaluando sus propios actos, confrontándolos con la posibilidad de morir les daba la oportunidad de ser mejores, de ser más libres. Es ver la muerte desde lo holístico, lo humano y lo complejo.

No tiene nada de malo aceptar los límites del actual modelo educativo. Se trata de darnos cuenta de que lo que ya se está haciendo se puede mejorar incorporando nuevos aprendizajes que vayan más allá de la capacitación técnica, que le den oportunidad a cada persona de considerar sinceramente otras realidades humanas, que generarían vidas de con más calidad y compromiso.

La persona humana se mira como una realidad compleja que tiene en su horizonte de realización la vida con los otros con los que forma una sociedad y genera cultura, que además no sólo vive para desaparecer porque es una realidad trascendente.

El concepto de educación para la muerte es algo más; no es intervención psicológica en desastres y catástrofes, no es atención en cuadros de estrés postraumático, ni se ocupa de lo que corresponde una psicoterapia en casos de duelo no superado. Es una apertura para la formación, que se apoya y construye desde la muerte como un ámbito de extraordinario potencial formativo. Es un camino para conectar la educación ordinaria con la educación de la conciencia.  

Se hace pertinente, entonces, tener propuestas que pongan por delante este nuevo paradigma, subrayando una idea ya antes dicha: la educación debe ser algo más complementario y holístico, no sólo respecto a su deseo de instruir a las personas para desempeñarse de forma eficiente en su comunidad sino, respetando el sentido profundo del significado de la vida humana como trascendencia.