lunes, 27 de enero de 2020

Las emociones en el duelo




Lic. Omar Olvera Cervantes





Ante un acontecimiento que nos somete a un proceso de duelo, experimentamos una explosión emocional, que rompe la estabilidad de lo cotidiano; vivimos entre la sorpresa y la confusión, que nos produce el dolor y el desasosiego de la ausencia de nuestro ser querido.

Tenemos también el desconcierto que provoca la forma en la que se le ha perdido. Sobre todo ahora, ante el fenómeno de la violencia, tardamos mucho en asimilar el hecho de la nueva realidad; entonces, tenemos que echar mano de nuestros recursos personales, resilientes, del conjunto de valores que nos sostienen en nuestra identidad ética y moral, de nuestra espiritualidad y creencias religiosas. Ante lo incomprensible de este acontecimiento se abren las puertas de un sentido de esperanza y confianza en la idea de un más allá distinto y mejor a nuestra realidad terrena.

Muchas veces, escuchamos cómo las opiniones “expertas” descalifican y etiquetan a las personas que expresan su pesar emocional; o incluso nosotros mismos seguramente en algún momento hemos calificado como irracionales las emociones que viven las personas en duelo, principalmente al inicio del mismo y durante el tiempo que dura el proceso, en el que cada persona, pueda tramitar su duelo. Existirán de todas formas eventos familiares, fechas, lugares que guarden un significado especial respecto a la relación que éstos tienen con la persona o ser querido ausente y que generan o actualizan las emociones propias de la añoranza marcada por el duelo, al evocar los sucesos que se relacionan con la presencia de esa querida persona. Estas emociones no son irracionales, no son ni buenas ni malas; son una experiencia propia del duelo. Desafortunadamente, en el acompañamiento, muchos terapeutas se atreven a calificar moralmente esa experiencia, generando en la persona acompañada un tipo de culpa, por sentir lo que siente, por su desconsuelo…

También podemos ver la falta de empatía, la intransigencia al pretender saber más sobre la muerte que la persona que en ese momento la ha experimentado. Y es que esta pretensión también tiene que ver con la supuesta propia manera de resolver los conflictos, y se espera que el otro piense y actué o defina sus conflictos de la misma manera.

El hecho de que existan terapeutas que catalogan las emociones como positivas y negativas, racionales e irracionales, nos evidencia el proceso por el cual la pretensión de conocimiento anula la verdadera empatía. En estos casos, el acompañamiento no se da reconociendo al otro como un igual en una situación de dolor, se le minimiza o se le infantiliza. El duelo y la vida misma nos hacen experimentar emociones; las emociones son un recurso expresivo, son necesarias, facilitan el desahogo y cuando el duelo madura se transforman en emociones de esperanza y en consuelo.

En este proceso, es muy frecuente que las personas en situación de duelo prefieran evitar hablar, pensar, recordar al fallecido o la situación de la muerte (más cuando fue violenta o inesperada), como una forma de tratar de tener cierto control sobre su experiencia; esto implica un cierto desgaste emocional, cognitivo y físico, pues limita su capacidad de acción, esto provoca que se obstruya en realidad su capacidad de manejarse libre, ya que en este caso es el dolor es el que está determinando la apreciación de la propia vida. No se debe forzar ninguna reacción, no se debe presionar al doliente: acompañar significa respetar los tiempos del otro, su forma de percibir la vida y los acontecimientos que le hacen sufrir. Es una verdadera limitación intelectual asumir que el otro debe actuar o pensar o sentir como el que acompaña en su posición de terapeuta.

Algo que debe cuestionarnos de forma muy importante es que, si bien existe todavía en muchas personas la intención de donar su tiempo y de hacer el bien a otros, no existe la sensibilidad para empatizar y entender al otro en su contexto, de manera que tratamos de interpretar los sucesos de esa vida como análogos, similares a la propia vida.

No se trata de que la persona se conduzca de forma razonable según los parámetros del que acompaña, sino que, progresivamente - según el ritmo que la propia constitución psíquica, emocional, cultural, afectiva - la persona en duelo se apropie de ese acontecimiento que ha irrumpido en su vida. Este proceso va encaminado a la aceptación del hecho, al reconocimiento del conjunto de emociones que le han producido.

El acompañamiento trata de ayudar a que la persona pueda expresar sus emociones, una vez que las ha reconocido, que pueda sacarlas de la sombra donde éstas adquieren - desde el imaginario - dimensiones descomunales, limitando la libertad, las relaciones, generando fantasmas que no hacen más que atormentar el silencio.

Mientras en la cultura contemporánea, como hemos dicho en artículos anteriores, se busca negar y desechar todo lo que signifique dolor o sufrimiento, al ser una realidad connatural a la realidad humana, el dolor y el sufrimiento por cualquier causa son posibles e inevitablemente se presentarán. El hombre es capaz de generar vínculos de empatía y de afecto con los otros y con su entorno. En este sentido, cuando el hombre se haya constituido a sí mismo como un ente aislado, incapaz de reaccionar al otro con empatía y afecto, cuando su realidad deje de sorprenderle y sea como una terminal más de una red virtual, entonces quizás sea posible que haya aparecido un mero animal “inteligente”, pero incompleto. Este ser inteligente e incompleto no sería ya algo humano. Esto ya ha pasado: lo vimos con los nazis; la obediencia y el deber eran suficiente excusa para acabar con otros, sin remordimientos y sin empatía; lo vemos ahora con el racismo que no se ha superado; lo vemos con el clasismo y así hay muchas situaciones que nos deben confrontar respecto a nuestra inteligencia emocional.

Por otro lado, en la actualidad, tenemos todavía en muchos grupos sociales las consecuencias de una mala formación de la conciencia religiosa. Estos grupos asumen como necesario el sufrimiento para alcanzar su ideal de bondad o como un medio de purificación. No podemos imaginar la gran cantidad de dolor gratuito que se pudo haber ahorrado si se hubiera promovido una teología del consuelo, de la esperanza y del triunfo de Cristo sobre el mal y la muerte, y se hubiera predicado una verdadera teología de la salvación.

Este tipo de espiritualidades complican las situaciones de dolor, confunden aún más a la ya de por sí confundida persona, porque el mal se ve como un acto de venganza de Dios, como un cobro… o se instala un tipo de ateísmo ¿Por qué a mí, a nosotros?... ¿que hice para merecer esto? ¿Dios no me ha escuchado?... ¿Dios no existe, porque el mal es más evidente que el bien? Existe una gran contradicción en el hecho de que la religión se haya constituido en muchos casos, en épocas históricas bien definidas, gracias a este tipo de ideas en una fuente de sufrimiento, de violencia, cuando en esencia el sentido de su existencia tiene que ver con la práctica de la caridad y la misericordia, en ser fuente de perdón, esperanza y consuelo.

La espiritualidad bien fundamentada en la experiencia del amor y la misericordia favorece que se pueda descubrir un sentido a los acontecimientos dolorosos. En este sentido, las emociones desbordadas por el dolor de la pérdida tienen en la espiritualidad un recurso que, con el debido proceso y tiempo, podrán resignificar de forma creativa y trascendente el dolor y el sufrimiento. La mera razón podría tener respuestas lógicas y racionales, puede entender el conjunto de sucesos que desencadenan un acontecimiento mayor; en acontecimientos de gran impacto, en eventos traumáticos, las emociones van más allá de lo que la razón puede decir, se requiere de la espiritualidad, como un elemento integrador de la complejidad humana.



Cuando hablamos de emociones, del significado de los acontecimientos connaturales a la condición humana; hablamos de la subjetividad, de una construcción estrictamente individual, que, si bien al estar compartiendo la misma base temporal y cultural se pueden encontrar elementos compartidos, pero significados por esa misma subjetividad individual, lo que los hace en esencia diferentes.



Ante el comentario de un voluntario a su paciente: “no entiendo por qué no me entiendes lo que debes hacer…para sentirte mejor”; podríamos responder: “no entiendo por qué no entiendes que somos diferentes”… Esto es porque existe la tendencia a quitarle al otro la responsabilidad, a anular al que sufre. El otro siempre es una fuente de misericordia y misterio; respetemos el misterio y demos misericordia.


lunes, 20 de enero de 2020

A TI ¿QUÉ TE HACE MÁS FELIZ?


                                                   



   Podemos decir, que existen 4 niveles de felicidad; por tratar de poner en un contexto lo complejo de este tema. Me gustaría cuestionar al lector sobre cuál de estos niveles  cree que es más importante para ser feliz, o cómo los acomodaría, para que cada quien de acuerdo con sus prioridades los practique para que se acerque lo más posible a lo que podríamos decir que es la felicidad.

Cuadro de texto: TODOS QUEREMOS SER MÁS FELICES                         Iniciemos con el primero: éstas son todas las cosas externas que nos rodean, tener dinero para comprar una buena casa, o un buen auto, o buena ropa, o joyas o viajes, tecnología; en fin, todo lo que se pueda comprar y genere un nivel de felicidad; aunque efímera pero la genera. Igualmente, otro tema externo es tener salud: es difícil sin salud tener felicidad y, por esto, en la actualidad se favorece mucho este tema; a través del ejercicio, de la nutrición, de suplementos, etc. También podríamos decir que a través del conocimiento o la cultura se llega a la felicidad; mucha gente podría pensar que teniendo estas cosas externas ya estamos del otro lado.

    Pero te encuentras con el segundo concepto y sería el tema de las relaciones. El estudio más extenso sobre este tema fue elaborado por una universidad ( Harvard), después de 70 años de estudiar a muchos tipos de personas durante sus vidas: gente que tuvo poder (entre ellos 2 expresidentes de Estados Unidos y directores de grandes empresas), gente con trabajos comunes, con diferentes tipos de familias, gente que vivió casada, muchos otros que se divorciaron; en fin, más de 700 personas estudiadas a lo largo de años, todo para llegar a la conclusión de que lo que hace más felices a las personas son la calidad de las relaciones que tienen con sus más cercanos: con su pareja, hijos, padres, hermanos, amigos, etc. ¿Qué opinan?, ¿será ésta la clave de la felicidad?

      Tenemos el tercer concepto que consideran los genetistas hoy en día: y es que los genes determinan el nivel de bienestar o felicidad y, a lo que más  que se puede aspirar, es a topar el nivel predeterminado con el que nació la persona; es decir, si alguien nació con una genética para ser feliz de entre 3 y 5, quizá viva en su promedio de 4 aspirando a máximo 5; y otros que nacieron entre 6 y 8 aspiren máximo al 8 ¿será la genética entonces la que rige nuestro estado de felicidad?

     Después tenemos otro concepto; y será el que nos enseña muchas de las religiones: ¿Qué sentido le das a tu vida? a todas esas cosas cotidianas que te suceden, incluso el dolor, el sufrimiento, el cansancio; puedes a través de darle un sentido a tu vida lograr la felicidad, aunque las cosas que te estén sucediendo no sean buenas; puedes a través de tener un sentido cambiar el signo negativo de las cosas por positivo.

   No cabe duda de que en el punto en el que enfoquemos nuestro interés se podrá mejorar. Hay que tener en cuenta que en algunos casos los beneficios son aparentemente inmediatos, como cuando compras algo; y en algunos otros los beneficios serán a largo plazo, como construir una familia.

     Aquí les dejo diferentes claves para que el lector piense qué es lo que le parece que tiene más fuerza para llevarlo a una felicidad continua, o si ya no hay nada qué hacer. Una vez que lo piense y reflexione,  invito al lector si está convencido a que empiece a practicar ese concepto o conceptos y los ponga en marcha en este año que inicia; para que pueda acercarse y acercar a sus seres queridos a este estado de felicidad que al fin, sin querer o conscientemente, todos estamos buscando de forma permanente.



lunes, 13 de enero de 2020

El arte y en el desarrollo en el niño



Por: Beatriz Amador


El arte es un elemento significativo en el crecimiento y educación infantil cuya importancia se puede percibir en la estimulación del aprendizaje y otros componentes cognoscitivos; así mismo en trabajos como pintar, trazar o modelar que en muchas de las ocasiones son labores precisas para el desarrollo de la percepción, la motricidad fina o la interacción social.
Dentro de este orden de ideas el arte es parte del proceso natural de los pequeños, ya que autores señalan que existe el cerebro plástico que requiere de estas expresiones, y que con el transcurrir de los años se desarrolla. Esto se palpa en el niño; el cual gusta de cantar, bailar, dibujar y jugar; estas acciones son vitales para el desarrollo sensorial, motor y cognitivo y en definitiva cerebral, lo que le permite ejercitarse y continuar con sus actividades. Esta enseñanza es necesaria, no sólo por la comprensión, sino que ofrece una serie de competencias y rutinas mentales que están en plena concordia con el entorno del menor, unificado el conocimiento de sus emociones.

INFLUENCIA DE LAS ARTES EN EL DESARROLLO COGNITIVO DEL NIÑO
Considero valioso subrayar que la expresión es una herramienta substancial en la etapa infantil y en su proceso cognoscitivo y emocional; ya lo esboza Vygotsky en su libro de la Psicología del Arte:
“Plantea que lo esencial reside precisamente en que los procesos de su creación y utilización resultan por completo incomprensibles e inaccesibles a la conciencia”.
En otras palabras, alude que el arte no sólo es fundamental en la percepción, sino que también está en la subjetividad del progreso de la creatividad de cada individuo. Lo que se quiere destacar es que la apreciación es una forma de comunicarse consigo mismo y con su medio a través de pensamientos, ideas y emociones.
Efectivamente, al enfocar este concepto, la expresión artística desempeña un papel interesante en el área cognitiva y se observa su atribución en los pequeños en su rendimiento académico, las decisiones que toman, además de tener mejor concentración e imaginación, la cual es utilizada no únicamente en la apreciación sino igualmente en su vida habitual.
En relación con lo anterior, Irma Liliana del Padro (2012), presenta algunos tipos de desarrollo que se favorecen en el niño como efecto de la influencia de las artes.

Desarrollo emocional
Todo ajuste a una nueva situación exige flexibilidad, tanto en el pensamiento, como en la imaginación y en la acción. Un menor que afectiva y emocionalmente es libre y no está inhibido respecto a la expresión creadora, es seguro de afrontar cualquier problema que derive de su experiencia. Se identifica con sus creaciones y se siente independiente para explorar y experimentar, ni teme, ni comete errores, ni se preocupa por el éxito o la gratificación. La práctica es suya y la intensidad de afinidad proporciona un factor considerable en este desarrollo emocional o afectivo.

 Desarrollo Intelectual
Se estima en la manera de conciencia paulatina que el infante posee de sí y de su ambiente, en conjunto con las habilidades artísticas que están estrechamente unidas al desarrollo intelectual. En este campo se torna consciente de lo acontece a su alrededor y adopta la capacidad de comprender y asimilar todo lo que ocurre.

Desarrollo Físico
En la labor creadora se observa su avance por su destreza para la coordinación visual y motriz, por el modo en que reconoce su cuerpo, la forma en que guía su grafismo y como elabora ciertos trabajos.
Las variaciones en el desarrollo físico pueden percibirse cuando se da cuenta de sus creaciones, desde el inicio del garabato hasta controlar, inclusive sus diferencias más sutiles y refinadas que incluye, la tri-dimensión, este niño físicamente activo retractará movimientos dinámicos al ampliar la sensibilidad. Los chicos que tienen penurias o padecimientos suelen proyectarlas o reflejarlas en su tarea creativa.

Desarrollo Perceptivo
Se considera en la gradual comprensión a las sensaciones táctiles y de presión (amasado, apreciación de cualidades, de superficies y texturas en diferentes formas) y en el campo confuso de la percepción espacial (a medida que el niño crece, el área se extiende y cambia). Las experiencias auditivas varían desde el conocimiento simple de sonidos hasta las musicales transformadas en expresiones artísticas. Los colores, las percepciones kinestésicas y las prácticas visuales deben ser estimulados para la expresión.

Desarrollo Estético
En los resultados de creación del menor, se advierte la capacidad sensitiva para integrar experiencias en un todo cohesivo, el cual se descubre en la formación armónica y en la expresión de pensamientos y sentimientos realizados a través de líneas, texturas y colores.
La estética está íntimamente ligada a la personalidad, al esquema de formación que se usa para expresar experiencias artísticas, las que dan pauta al ordenamiento inconsciente, la inexactitud de organización o la disociación de partes dentro de un dibujo; esto puede ser señal de falta de integración psíquica del individuo.

Desarrollo Social
Conforme el niño crece, refleja el conocimiento progresivo que adquiere del medio social en que vive. Los trabajos de creación de niños con espíritu de cooperación que están conscientes de su responsabilidad manifiestan un sentimiento evidente de auto identificación con sus experiencias y la de los otros.
Desarrollo Creador:
La creatividad inicia cuando traza los primeros rasgos, partiendo de un conjunto propio de signos hasta llegar a las más complejas formas de producción innovadora (con pasos intermedios). Todo este producto artístico será una experiencia creadora en sí misma.

En síntesis, la expresión artística colabora en estos procesos que influyen de forma positiva en el crecimiento del niño, ya que son una aportación valiosa en todas sus dimensiones; no sólo en lo cognitivo sino también en lo emocional y espiritual sin abandonar de lado lo social; a lo que padres de familia y maestros deben estar atentos para continuar con esta tarea de interiorización que apoye en el mejor desarrollo y diversión de infante.

BENEFICIOS DEL ARTE EN EL NIÑO
¿Recuerdan la habilidad de imaginar que tenían en su niñez? Indudablemente, podían fabricar un mundo sólo con pensarlo y crear su entorno, que se transforme sólo con adecuarlo a su juego. Es por eso que el arte en los niños es tan significativo en su formación integral y le trae múltiples beneficios, como los que se expondrán a continuación.

Creatividad
Es la capacidad que crea nuevas ideas o conceptos en el niño; que inicia por la imaginación la cual favorece abriendo su mente. Así, mismo al desenvolver la creatividad, el chico aumenta la destreza en la toma de decisiones que le facilita mucho la situación al momento de resolver un conflicto. Esto también está estrechamente ligado con la percepción y el ingenio.
Conciencia corporal y coordinación motora
Gracias el tacto y la manipulación de objetos más pequeños, los niños descubren el mundo e interpretan lo que les rodea y les causa curiosidad. Por lo tanto, se debe tener en cuenta que la pintura y los trabajos manuales son un apoyo magnífico en el desarrollo motor del infante.

Autoestima
Es transcendental elegir actividades que se adecúen a la edad del niño para que exista la posibilidad de superación. Los pequeños, cuya autoestima desarrollan durante sus primeros siete años de vida, se sienten motivados cuando crean arte y observan el resultado de su obra. Además de desarrollar herramientas emocionales fundamentales como la resistencia, la paciencia y el autocontrol, todas las expresiones artísticas incluyen una dosis de aliento hacia la mejora.

Estimula ambos lados de su cerebro
Cabe destacar que el cerebro humano está dividido en 2 hemisferios: el izquierdo, que controla las tareas racionales, y el derecho que se encarga de las actividades creativas. Si los menores ejercitan habitualmente una disciplina artística, desarrollarán tanto su habilidad de análisis como su sentido del ritmo. Así, al aprender a coordinar su cuerpo y sus ojos, su pensamiento abstracto será mucho más fino y versátil para proponer soluciones.

Permite la libre expresión de ideas y sentimientos
El arte, en sus diversas exposiciones, sirve para compartir el mundo interior con los demás. De ese modo, no sólo se plasma la imaginación sino también se da pauta a la reflexión y la crítica. Cuando los pequeños bailan, dibujan o cantan, descubren una manera atrayente de revelar los pensamientos y emociones que les fastidian. Por tal motivo, si se quiere que los niños crezcan como seres libres, se deberá de propciar que den rienda suelta a su creatividad.

Resulta claro que cualquier escenario que lleve al niño a su máxima expresión en todas las áreas de su vida, favorece a su crecimiento y mejor conocimiento de sí mismo, así que motiven a los peques para que practiquen las expresiones artísticas en cualquiera de sus modalidades.
Para cerrar, comparto esta frase de Aristóteles que invita a la reflexión intrínseca a través de la práctica del arte:
El objetivo del arte no es representar la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior




jueves, 9 de enero de 2020

Arte, música y bienestar integral

Por: Pbro. Silvio Marinelli



Una visión integral del ser humano conlleva un desarrollo de todas sus potencialidades. Lamentablemente, las situaciones de pobreza y de falta de estímulos – especialmente en las etapas tempranas del desarrollo – provocan que muy pocas personas puedan explorar sus potencialidades artísticas y se queden en una especie de subdesarrollo estético que les impide apreciar la belleza y ser artífices de creaciones artísticas.

            Esta situación repercute en el bienestar general de la persona que se encuentra expuesta, a menudo, a disfrutar de productos muy poco artísticos, que no nutren el espíritu humano o que crean situaciones de rezago intelectivo, de espíritu gregario, de fácil manipulación y determinan un panorama para nada sensible a lo trascendente y lo bello. Esta reducción a lo biológico o psico-biológico nos parece una mutilación que empobrece lo verdaderamente humano de las personas y crea una cultura pobre, estereotipada, incapaz de proponer metas espirituales desafiantes para la mayor parte de la población.

            Un lema muy común, y no suficientemente cuestionado, afirma que “es bello lo que gusta”; parece algo obvio, incuestionable… En realidad lo bello no es sólo lo que gusta, sino lo que permite un desarrollo integral, lo que ayuda a salir de sí mismo, a apreciar lo bello que otros crean (sin quedarnos en una postura narcisista de quien aprecia sólo lo que uno hace): lo bello lleva a trascender, a crear lazos, a apreciar la creación y las creaciones artísticas; lo bello crea vínculos, apela a los valores y no sólo a los gustos; lo bello nos humaniza, es decir, nos eleva de un plano meramente bio-psicológico de lo útil para la sobrevivencia para que saboreemos otras dimensiones posibles de nuestra humanidad.

            En un capítulo dedicado a la música, un filósofo contemporáneo (Vito Mancuso) se cuestiona y nos pregunta: “¿Por qué los seres humanos crean música? ¿Por qué ha nacido el deseo de producir algo tan poco biológico y determinado por la naturaleza, como la música?”. Su respuesta me parece convincente y estimulante: “… demuestra que podemos llegar a ser libres de las necesidades biológicas y sociales: el fenómeno musical es un signo tangible de nuestra posible libertad. La música manifiesta nuestra libertad y nuestra capacidad de ‘crear’, de actuar libremente”.

Ahondando en su reflexión, continúa: “La música es un lenguaje, una forma de comunicación, y brota dentro de nosotros porque somos lenguaje y comunicación. Hablamos con los demás y de esta manera salimos de nuestra soledad generando lazos compuestos de palabras”: somos seres llamados a la relación; nos volvemos conscientes de nuestra naturaleza limitada y llamada a colaborar, a tejer relaciones: La música manifiesta, también,  nuestra necesidad de hablar con nosotros mismos y hacernos más conscientes de nuestra interioridad. “La música enlaza: enlaza a la persona consigo misma o con el ritmo del mundo, y enlaza a los seres humanos entre sí (pensemos en la fuerza agregativa de un himno nacional o litúrgico)”.

Continúa este autor: “El origen de la música es paralelo al del lenguaje, más bien, son el mismo fenómeno, producido por la presión de la vida en su corazón y mente. Esta ‘presión’ de la vida genera ‘impresiones’, las cuales encuentran ‘expresiones’, traduciéndolas en palabras o en sonidos”.

La música la crean los músicos, sin embargo, muchos de ellos no se sienten ‘creadores’, sino que se perciben como ‘destinatarios’ de un mensaje que les llega desde afuera, desde lo trascendente; hablan, a este respecto, de “chispa”, “inspiración”, revelación”, “origen diferente”, “destello”. La misma palabra ‘música’ apunta a las Musas de la antigüedad. Toda forma artística apunta, también, a lo alto, a una inspiración divina, a una relación con lo trascendente.

Parece todo muy bonito; sin embargo, la actualidad nos presenta un panorama desolador. Hoy en día estamos como “sitiados” de una oferta constante de música que nos “persigue” en todos los lugares (restaurantes, tiendas, fiestas de todo tipo, centros comerciales, teléfonos que nos hacen esperar con música a menudo enfadosa). Si escuchamos radios comerciales y publicidad, podemos ser víctimas de un sentimiento de desconsuelo y desolación por la comercialización y la pérdida de calidad de la música que se nos ofrece. En toda época hubo el problema de distinguir la buena música que nutre duraderamente y en profundidad nuestra vida de la que es sólo espectáculo, tal vez sólo ruido o, peor, basura.

Comparto las conclusiones del autor citado porque me parecen muy bellas y motivadoras: “Hacer música no es algo que corresponde sólo a los músicos; es una tarea de todos. Todos debemos ‘ser música’: somos sonidos, pero debemos convertirnos en música. El sentido de nuestro estar en el mundo es ‘afinar’ nuestros sonidos para producir una melodía, es decir nuestra música interior, y después afinar nuestra melodía con la melodía del mundo y de los demás seres humanos. Nuestra libertad debe afinarse y ser entonada con la armonía del mundo para convertirse en una nota de esta extraordinaria armonía. La música habita nuestra alma: debe ser la banda sonora de nuestra vida. Y tener una u otra banda sonora cambia y transforma nuestra relación con la vida. En fin, al término de toda nuestra actividad, se trata – tal vez – sólo de ser música: de ser una vibración que introduce calor, alegría y paz en el inmenso concierto del mundo”.



lunes, 6 de enero de 2020

INFECCIONES ORALES DE TRANSMISIÓN SEXUAL CDC


En tiempos actuales los problemas de infecciones orales por relaciones sexuales se han  incrementado, ya que estas prácticas son cada vez más frecuentes, sobre todo entre los jóvenes.

Las relaciones sexuales orales (o sexo oral) implican usar la boca, los labios o la lengua para estimular los genitales.

Esta práctica es común entre los adultos sexualmente activos. Puede ocurrir en parejas heterosexuales y del mismo sexo. Más del 85 % de los adultos sexualmente activos, de 18 a 44 años de edad, han reportado haber tenido relaciones sexuales orales al menos una vez con una pareja del sexo opuesto. En una encuesta separada, que se realizó entre el 2007 y el 2010, se halló que el 33 % de las niñas y los niños adolescentes de 15 a 17 años reportaron haber tenido relaciones sexuales orales con una pareja del sexo opuesto.

Muchas enfermedades de transmisión sexual (ETS), como también otras infecciones, pueden propagarse a través del sexo oral. Toda persona que se exponga a una pareja infectada puede contraer una ETS en la boca, la garganta, los genitales o el recto. El riesgo de contraer una ETS a través de las relaciones sexuales orales, o de propagar una ETS de esta misma manera depende de varias cosas. Esto incluye:

·         El tipo de ETS.

·         Los tipos de relaciones sexuales practicados.

·         La frecuencia de las  ETS en la población a la que pertenecen las parejas sexuales.

·         La frecuencia con la que se practiquen.

Es importante saber que las ETS se pueden contagiar de las zonas genitales a la boca o  viceversa; que se puede tener las infecciones en más de un área al mismo tiempo; por ejemplo, en la garganta y en los genitales. Y también una vez que se contrae la enfermedad pueden luego propagarse por todo el cuerpo de la persona infectada.



Las ETS pueden transmitirse a una pareja sexual, aun cuando la persona infectada no presente signos ni síntomas. Si usted tiene una ETS, podría no saberlo ya que muchas de estas enfermedades no siempre presentan síntomas.



Las diferentes  ETS pueden tener comportamientos  muy variados, por ejemplo la infección por    clamidia no presenta signos y síntomas iniciales. Si hubiera algún síntoma pudiera ser dolor de garganta. Cuando la infección es en vagina o pene se puede presentar secreciones sanguinolentas, o sensación de ardor al orinar. Dolor o inflamación en los testículos. Dolor o secreción rectal.

Para el tratamiento en caso de presentar cualquier sintomatología es conveniente acudir con su médico (ginecólog@ o urólog@):

La importancia de detectar la enfermedad es sobre todo dar el tratamiento correcto para mantener la salud y evitar la transmisión a parejas sexuales que no estén infectadas.

Además en las mujeres pueden causar enfermedad inflamatoria pélvica (EIP), la cual puede provocar dolor pélvico crónico, infertilidad y embarazo ectópico (un embarazo en la trompa de Falopio o en alguna otra parte fuera del útero).

En mujeres embarazadas:

Podrían provocar el nacimiento prematuro o que el bebé nazca con bajo peso.

La enfermedad puede transmitirse al bebé durante el parto y causarle una infección por clamidia en los ojos o una infección de las vías respiratorias que se podría transformar en neumonía.

En los hombres:

Pueden provocar epididimitis, una afección dolorosa de los conductos de los testículos que puede llevar a la formación de tejido cicatricial en esos conductos.

Tanto en los hombres como en las mujeres:

Pueden aumentar el riesgo de contraer una infección por el VIH.

Podrían aumentar el riesgo de transmitir el VIH a las parejas sexuales.

Podrían causar una reacción (artritis reactiva) en todo el cuerpo que puede llevar a artritis (dolor en las articulaciones), conjuntivitis, o sarpullido en la planta de los pies o algún otro lugar.

Además de las ETS mencionadas antes, otras infecciones, como las causadas por el virus de la hepatitis A, la bacteria Shigella y los parásitos intestinales (amebiasis) pueden propagarse cuando se practican relaciones sexuales orales en el ano.





viernes, 3 de enero de 2020

Salud y Estados Emocionales


Por: Pbro. Silvio Marinelli,

Salud y emociones, en una primera aproximación, tienen una relación muy estrecha: la salud genera, por lo general, buenas “vibras”; las emociones, cuando son gestionadas bien, favorecen un estado de salud. Veamos esta relación recíproca.

Ante todo, la situación de salud física – el silencio del cuerpo, la definen algunos autores – hace brotar emociones de bienestar, relax, serenidad y la vasta constelación del gozo-alegría-felicidad. Eso es lo que sucede a menudo, sin embargo, no es automático: algunas veces nos quedamos en un estado de no aprecio del bienestar físico; lo damos por descontado: algo obvio que no suscita ningún cuestionamiento y, claro, ninguna gratitud hacia la vida.

Por otro lado, un buen manejo de las emociones provoca un bienestar físico y, al revés, un mal manejo provoca no pocas patologías, que llamamos psicosomáticas; es decir que tienen su manifestación física, pero cuyo origen es de tipo psicológico. Pienso que todos hemos experimentado cómo un estado de ánimo positivo nos ayuda a enfrentar mejor algunas enfermedades y también nuestro cuerpo parece responder con prontitud y caminar hacia el alivio.

Estas dinámicas han sido estudiadas profundamente en el último siglo, estimuladas también por la perspectiva psicoanalítica que afirma que las patologías físicas son manifestación – síntoma de un malestar de la personalidad que se disfraza para pedir ayuda y lograr atención y cuidado.

Sin embargo, esta perspectiva no explica todos los complejos fenómenos existentes entre salud y emociones. Debemos tomar en cuenta también otras variables.

Ante todo, la situación ambiental. La salud y las buenas vibras dependen, sin duda, de un complejo de factores que están afuera de nosotros y sobre los cuales no tenemos mucho poder o control: se piense, por ejemplo, a la presencia de buenos recursos terapéuticos (buenos hospitales y centros de salud), condiciones de trabajo saludables y con una remuneración digna, una vivienda adecuada, la presencia de servicios funcionantes (escuelas, canchas para el deporte, jardines, medios de transporte, seguridad en la calle, etc.).

Quiero, también, subrayar la importancia de la dimensión espiritual: el cultivo y la presencia en nuestra filosofía de vida de valores sólidos, de criterios éticos que nos ayudan a tomar decisiones acertadas y coherentes con nuestra visión frente a las encrucijadas de la vida, de creencias que nos permiten construir un “significado” para nuestra existencia. Estos factores, sin duda, ayudan a manejar las emociones y, al mismo tiempo, las situaciones de salud-enfermedad.

            Como podemos apreciar, entre emociones y salud hay una relación más compleja de la que aparece a una mirada superficial.

Eso nos debe, también, poner alerta frente a soluciones o recetas que pecan de ingenuidad. “Todo depende de nuestro estado de ánimo”, afirman algunos; es el Think Pink”, es decir “piensa en color de rosa”. Otros, por otro lado, nos orientan a tomar un fármaco señalado: perspectiva farmacológica o química. Otros más nos repiten que “el sufrimiento es opcional” y depende de nosotros cultivar el deseo – o anularlo – de tener emociones placenteras: lo mejor – según esta perspectiva – sería no tener deseos y conformarnos con las emociones que tenemos sin buscar otras más agradables.

Una perspectiva humanista, que dé cuenta de lo complejo de la persona y personalidad humana, y que no elimine la perspectiva espiritual y religiosa, nos permite tener una mirada más completa e integral de la compleja relación existente entre vida afectivo-emocional y estados de salud: lo corpóreo y lo emocional son “dimensiones” de nuestra persona y se deben conjugar con la dimensión espiritual-religiosa y con la dimensión social, es decir, con la vasta red de relaciones y limitantes que encontramos a nivel social y cultural.