(Adaptado del libro de Las Emociones del Pbro. Silvio Marinelli)
El enojo es una de
las emociones más difíciles de manejar. Está presente en la experiencia y el
comportamiento de muchas personas que forman parte de nuestras relaciones
interpersonales. En otras palabras, es una emoción que siempre experimentará todo
ser humano desde los inicios de su vida.
Hojeando los diccionarios, podemos recopilar una serie de términos que expresan la variedad de las manifestaciones agresivas: odio, destrucción, sarcasmo, irritación, frustración, desquite, venganza, fantasías agresivas, desprecio, sabotaje, amargura, irascibilidad, malevolencia, disensión, rabia, rencor, malhumor, hostilidad, etc.
La vida diaria nos
expone muy a menudo a las manifestaciones de estos estados de ánimo que,
manejados inadecuadamente, “envenenan”, destruyen
o dificultan las relaciones interpersonales en el ámbito de la familia, la
escuela, el trabajo, las instituciones, etc. Y lo que puede ser peor, a pesar
de que no se exprese esta emoción mediante manifestaciones externas (hacia
otros), ese “veneno” hace sus efectos en el interior de la persona.
¿Por qué la personase enoja?
Existe la
tendencia a responder esta pregunta, afirmando que en el hombre está presente
una fuerza ciega e irracional que lo empuja, en algunas circunstancias, a tener
manifestaciones agresivas, desde las más ligeras a las más destructivas. El
psicoanálisis y la etología (ciencia que estudia la vida humana en su hábitat
natural) han desarrollado, investigando científicamente, esta opinión,
afirmando la naturaleza instintiva
de la agresividad.
La escuela
conductista, al contrario, ha afirmado que la agresividad es siempre fruto de una frustración externa,
poniendo de tal modo en evidencia, como factor causal, el ambiente.
Una tercera
posición está representada por las teorías funcionalistas, según las cuales la
agresividad se configura como un
fenómeno “funcional” en la adaptación del individuo. En esta última teoría,
que integra la hipótesis “instintiva” con la “reactiva”, la agresividad es
considerada como síntoma de la organización de la personalidad y de cómo ésta
es capaz de interactuar con la realidad que le rodea.
Tomando en cuenta
las aportaciones de las diferentes teorías, podemos afirmar que las causas del comportamiento agresivo son
variadas y se pueden originar ya sea en el interior o en el exterior de la
persona:
- La
frustración: la exigencia de satisfacer una necesidad puede ser tan fuerte, que
su privación desencadena una reacción de rebeldía; enfrentar tales situaciones
depende del grado de tolerancia del individuo.
- Las
emociones de incapacidad, inadecuación y de inferioridad: la diferencia entre
la realidad y las aspiraciones es tan marcado que provoca profundos conflictos
e insatisfacciones.
-
El
aislamiento y la falta de comunicación.
-
El
rechazo y la falta de afecto (especialmente en los primeros años de vida).
-
El
exceso de protección, de indulgencia y de libertad.
-
La
confusión en los valores.
-
Los
modelos ambientales negativos.
-
La
represión.
-
La
escasez de recursos.
-
La
incapacidad para expresar constructivamente el enojo.
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