Definición
de conceptos
Algunos eventos
golpean con tanta virulencia el estado de equilibrio de personas, familias o
entornos sociales enteros (por ejemplo, poblaciones), que dejan tras de sí
pérdidas humanas, pérdidas materiales, y cambios situacionales sumamente
traumáticos.
El counselling
aplicado a la situaciones de emergencia, recibe, con frecuencia, el nombre de intervención
en crisis y se define como un proceso de ayuda a través del diálogo
(entrevista) dirigida a auxiliar a una persona o familia a soportar un suceso
traumático de modo que la probabilidad de debilitar sus efectos (estigmas emocionales,
daño físico) se aminore y la probabilidad de crecimiento (nuevas habilidades,
perspectivas en la vida, más opciones vitales, resiliencia) se incremente.
Este proceso de intervención del counselling en situaciones de emergencia, puede implicar dos
momentos:
1. Intervención de primer orden, o primera ayuda
psicológica, que puede durar de minutos a horas y puede ser proporcionada por
gran número de asistentes comunitarios.
2. Intervención de segundo orden, que es el principio
primordial del counselling en crisis.
Puede durar semanas o meses, y es proporcionada por terapeutas y consejeros
con conocimiento de técnicas de evaluación y tratamiento.
En este contexto, entendemos crisis como un estado
temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente, por la
incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando
métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener
un resultado radicalmente positivo o negativo.
Entendemos por trauma el choque
emocional producido por una experiencia violenta y que deja una impresión
duradera. Se caracteriza porque:
1.
Se
suscitan uno o varios hechos impactantes que representan estrés negativo
extremo.
2.
Se
origina un gran sentimiento de desamparo, de impotencia, de estar a merced de
otros.
3.
Supone
una ruptura en la propia existencia, una pérdida de seguridad.
Afectación de las
personas
El impacto de una situación crítica puede llegar a
expandirse entre diversos círculos o niveles de afectados:
- Nivel 1: Personas que experimentan
directamente el desastre.
- Nivel 2: Familiares y allegados de
los afectados.
- Nivel 3: Personal de servicio
asistencial (miembros de rescate, bomberos, personal de salud, policía, etc.).
- Nivel 4: Personas vinculadas a la
organización/comunidad afectada.
- Nivel 5: Personas que son
emocionalmente vulnerables.
No todas las personas reaccionan de igual manera en
situaciones de desastre. Algunas de las variables que más influyen en dichas
diferencias son:
* La intensidad e impacto vital de la
situación.
* El significado que atribuye la
persona afectada a los hechos.
* El momento en que acontece a la
persona (y su estado de vulnerabilidad en dicho momento).
* El carácter extraordinario y
absolutamente distinto a otras situaciones de estrés y la posible ausencia de
mecanismos de afrontamiento ante tal situación.
* La presencia / ausencia de apoyo
social.
Al desarrollar labores de counselling inmediato en situaciones críticas, conviene tener
presente que:
• Casi toda persona que inmersa en un
desastre, que sufre un accidente o cualquier otro tipo de situación crítica,
experimentará algún tipo de alteración emocional con diferente grado de ajuste
funcional a la situación.
• Las personas afectadas son, en
principio, personas con un estado de salud mental normalizada, no casos
psicológico-psiquiátricos.
• Las lesiones emocionales son tan
reales y tan serias como las físicas.
• Rara vez, las personas son derrotadas
por el desastre. Pese al estrés sufrido, las personas se van a desenvolver con
los mínimos necesarios. Las reacciones de estrés son esperables y en la mayoría
de los casos, temporales.
• Todos tenemos un “punto de ruptura” a
partir del cual entramos en crisis.
•
Nadie elige estar alterado emocionalmente en una situación crítica.
• Las personas tienen
más recursos y resistencia psicológica de lo que aparentan.
• Las personas afectadas responden a la consideración
y el interés de los agentes de ayuda. Mostrar interés y facilitar apoyo frente
a las preocupaciones de las personas proporcionan a éstas un sentido de identidad
y de afrontamiento normalizado.
• Las personas pueden rechazar la ayuda por razones de
orgullo y dignidad. Ayudar a las personas tras situaciones de desastre implica
colocarse a su disposición y no forzar una ayuda que no quieren o no están aún
preparadas para recibir. Implica “hacer con” más que “hacer por” y tanto una
como otra acción, sólo si su actitud muestra que lo desean o lo permiten.
• Las personas afectadas pueden mostrar emociones y
actitudes ambivalentes. Los equipos de ayuda han de esperar que las personas
muestren sentimientos opuestos (alegría por estar vivos y tristeza por aquellos
que no han corrido la misma suerte) así como actitudes contrapuestas (no querer
recibir ayuda, pero no saber cómo afrontar la situación). La comprensión, el respeto
y la actitud de servicio pueden ayudar a ir asimilando estos estados.
• Cada uno tiene derecho a sentirse como se siente.
Este es el principio desde el cual comenzar a trabajar.
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