martes, 16 de julio de 2019

Counselling y emergencias sociales por: Pbro.Silvio Marinelli


Definición de conceptos

Algunos eventos golpean con tanta virulencia el estado de equilibrio de personas, familias o entornos sociales enteros (por ejemplo, poblaciones), que dejan tras de sí pérdidas humanas, pérdidas materiales, y cambios situacionales sumamente traumáticos.

El counselling aplicado a la situaciones de emergencia, recibe, con frecuencia, el nombre de intervención en crisis y se define como un proceso de ayuda a través del diálogo (entrevista) dirigida a auxiliar a una persona o familia a soportar un suceso traumático de modo que la probabilidad de debilitar sus efectos (estigmas emo­cionales, daño físico) se aminore y la probabilidad de crecimiento (nuevas habilidades, perspectivas en la vida, más opciones vitales, resiliencia) se incremente.

Este proceso de intervención del counselling en situaciones de emergencia, puede implicar dos momentos:

1. Intervención de primer orden, o primera ayuda psicológica, que puede durar de minutos a horas y puede ser proporcionada por gran número de asistentes comunitarios.

2. Intervención de segundo orden, que es el principio primordial del counselling en crisis. Puede durar semanas o meses, y es pro­porcionada por terapeutas y consejeros con conocimiento de téc­nicas de evaluación y tratamiento.

En este contexto, entendemos crisis como un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente, por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo.

Entendemos por trauma el choque emocional producido por una experiencia violenta y que deja una impresión duradera. Se carac­teriza porque:

1.      Se suscitan uno o varios hechos impactantes que representan es­trés negativo extremo.

2.      Se origina un gran sentimiento de desamparo, de impotencia, de estar a merced de otros.

3.      Supone una ruptura en la propia existencia, una pérdida de se­guridad.



Afectación de las personas

El impacto de una situación crítica puede llegar a expandirse entre diversos círculos o niveles de afectados:

- Nivel 1: Personas que experimentan directamente el desastre.

- Nivel 2: Familiares y allegados de los afectados.

- Nivel 3: Personal de servicio asistencial (miembros de rescate, bomberos, personal de salud, policía, etc.).

- Nivel 4: Personas vinculadas a la organización/comunidad afec­tada.

- Nivel 5: Personas que son emocionalmente vulnerables.





No todas las personas reaccionan de igual manera en situaciones de desastre. Algunas de las variables que más influyen en dichas diferencias son:

* La intensidad e impacto vital de la situación.

* El significado que atribuye la persona afectada a los hechos.

* El momento en que acontece a la persona (y su estado de vulne­rabilidad en dicho momento).

* El carácter extraordinario y absolutamente distinto a otras situa­ciones de estrés y la posible ausencia de mecanismos de afronta­miento ante tal situación.

* La presencia / ausencia de apoyo social.



Al desarrollar labores de counselling inmediato en situaciones crí­ticas, conviene tener presente que:

• Casi toda persona que inmersa en un desastre, que sufre un ac­cidente o cualquier otro tipo de situación crítica, experimentará algún tipo de alteración emocional con diferente grado de ajuste funcional a la situación.

• Las personas afectadas son, en principio, personas con un estado de salud mental normalizada, no casos psicológico-psiquiátricos.

• Las lesiones emocionales son tan reales y tan serias como las físicas.

• Rara vez, las personas son derrotadas por el de­sastre. Pese al estrés sufrido, las personas se van a desenvolver con los mínimos necesarios. Las reacciones de estrés son esperables y en la mayoría de los casos, temporales.

• Todos tenemos un “punto de ruptura” a partir del cual entramos en crisis.

• Nadie elige estar alterado emocionalmente en una situación crí­tica.

• Las personas tienen más recursos y resis­tencia psicológica de lo que aparentan.

• Las personas afectadas responden a la consideración y el interés de los agentes de ayuda. Mostrar interés y facilitar apoyo frente a las preocupaciones de las personas proporcionan a éstas un sentido de identi­dad y de afrontamiento normalizado.

• Las personas pueden rechazar la ayuda por razones de orgullo y dignidad. Ayudar a las personas tras situaciones de desastre implica colocarse a su disposición y no for­zar una ayuda que no quieren o no están aún preparadas para recibir. Implica “hacer con” más que “hacer por” y tanto una como otra acción, sólo si su actitud muestra que lo desean o lo permiten.

• Las personas afectadas pueden mostrar emociones y actitudes ambivalentes. Los equipos de ayuda han de esperar que las personas muestren sentimientos opuestos (alegría por estar vivos y tristeza por aque­llos que no han corrido la misma suerte) así como actitudes contrapuestas (no querer recibir ayuda, pero no saber cómo afrontar la situación). La comprensión, el respeto y la actitud de servicio pueden ayudar a ir asimilando estos estados.

• Cada uno tiene derecho a sentirse como se siente. Este es el principio desde el cual comenzar a trabajar. 


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