viernes, 19 de julio de 2019

El agua, fuente de la vida L.N. Judith Jiménez López






¿Sabías qué H2O es una molécula indispensable para la vida? Incluso se puede vivir durante meses sin comida, pero sin agua y en condiciones extremas no se llega a sobrevivir más allá de unos días.

¡Somos agua!

Y esto es bien sabido: nuestro cuerpo está compuesto en su mayoría por agua. Cuando somos bebés llega a representar hasta un 90% de nuestro peso, y con la edad este porcentaje disminuye hasta llegar a ser entre 60 y 70 %.




Pues bien, si estamos formados principalmente por agua, la hidratación es sumamente importante, ya que nuestro cuerpo tiene pérdidas insensibles o inconscientes de este vital líquido. Los estudios nos refieren que estas pérdidas suman un promedio de entre 1,500 ml a 2,000 ml, repartidos de la siguiente forma: 200 ml en las heces, 1,5l en la orina, 100 ml por la transpiración (no sudor), 200 ml por la respiración. Por lo tanto, la recomendación diaria de 8 vasos de agua natural o el equivalente a 2 litros resulta insuficiente cuando realizamos alguna actividad física. La idea es cubrir las pérdidas insensibles y saber que debemos tomar un extra de agua por el ejercicio o la actividad realizada, tomando en cuenta incluso las condiciones en que se llevó a cabo; si es un día soleado o húmedo, si fue en un edificio cerrado o al aire libre. Esto es muy interesante, ya que realizamos una pequeña encuesta entre 45 personas al azar y nos encontramos que más del 60% no toma ni siquiera 1 litro de agua natural al día. Lo que nos dice que el grado de deshidratación en nuestra población es muy alto. En general las personas piensan que tomar jugos, refrescos, té, café o incluso caldos cubre gran parte de estas necesidades. Pero esto no es verdad. Del 100% de lo que consumimos sólo un 30% debe de provenir de los alimentos, el resto debe ser agua pura. El mayor inconveniente que nos mencionan es que “no sabe a nada”. Esto es sencillo, puedes usar una cascarilla de limón o algún otro cítrico y esto le dará un toque de aroma y no le aumentará calorías o cambiará su composición. La idea es que, si no estás acostumbrado, tomes la regla de los 21 días e ir de menos a más hasta cubrir cuando menos los 2 litros de base.

Algunas personas confunden el reflejo de la sed con el reflejo del hambre. Al llegar a casa antes de comer nada, debes tomar un vaso con agua sin hielo a sorbos: si el reflejo del hambre desaparece, entonces la sensación de hambre en realidad era sed (esto sucede casi en un 100% de los casos). Existen algunos otros puntos que nos mencionaron y que conviene resolver.

El agua engorda. Esto no es verdad. El agua carece de calorías, por lo que no puede haber reserva energética de la misma. Puede ser que se retengan líquidos, pero esto no tiene que ver con el agua en sí, sino con otras condiciones, como las hormonas, el ciclo menstrual, problemas renales, exceso de sodio, etc.

El agua caliente disuelve las grasas. Esto no es verdad. El agua no tiene esa función. Se recomienda tomar agua tibia o caliente en ayunas porque esto estimula el aparato digestivo (peristalsis) y mejora la digestión, pero no porque tenga que ver con la grasa del organismo. También al consumir agua fría durante las comidas la digestión se hace más lenta, ya que ésta es un proceso caliente. Requiere energía y esta energía libera calor. Pero aún así no tiene que ver con la grasa del organismo.

Ahora, siempre ten en cuenta los signos de deshidratación: fatiga y sensación de sed, calambres, incremento en el ritmo cardiaco, mareos y debilidad, náuseas y dolor de cabeza, escalofríos, piel caliente o seca por falta de sudor, espasmos musculares, golpe de calor. Ten en cuenta que cuando tienes sensación de sed ya estás deshidratado. Toma agua a sorbos durante el día y llegarás a la meta sin darte cuenta. Disfruta del agua como un elemento maravilloso y necesario en tu plan de nutrición.


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