Los
ambientes en donde los niños tienen mayor acceso a comida “chatarra” son los
planteles escolares. Los alimentos y
las bebidas que predominan en las escuelas no son recomendables y contradicen
la información que existe en los libros de texto en los que se promueven el
consumo de frutas, verduras, granos integrales y la hidratación a base de agua.
Lo grave es que los niños adquieren malos hábitos de nutrición. Hace poco más de dos años se aplicaron
unos lineamientos en México para regular el tipo de alimentos y bebidas que
pueden ofrecerse al interior de los planteles escolares.
Lamentablemente, la versión original de estos
lineamientos fue modificada – se piensa que por la presión de las empresas
procesadoras de alimentos - permitiendo que se sigan ofreciendo productos
altamente procesados y bebidas azucaradas.
Los niños y las niñas requieren de un buen consumo de
frutas, verduras y cereales integrales, que son ricos en vitaminas, minerales y
fibra, tanto para un buen crecimiento físico como para su desarrollo cognitivo;
también requieren de un aprendizaje de buenas prácticas de alimentación, ya que
éstas les condicionarán para el resto de su vida, para la ingesta calórica y
para la selección de alimentos.
Existe
una
sólida evidencia científica para comprobar que la fórmula que predomina en los
productos que se ofrecen en las escuelas y los que se publicitan, en especial a
los niños, genera una especie de “adicción” desde temprana edad. Una vez que los alumnos se acostumbran al
consumo de bebidas y alimentos altamente endulzados, difícilmente consumen agua
o alimentos saludables, aunque estén disponibles. Se ha observado que
los productos “chatarra” tienen un carácter competitivo con los productos
naturales, es decir, su consumo tiende a desplazar al consumo de alimentos
naturales, por sus cantidades elevadas de azúcar, grasa y/o sal.
El Estado y la sociedad en los planteles escolares
pueden lograr conjuntamente dos objetivos: ofrecer productos de calidad
(alimentos saludables y agua) y al mismo tiempo crear hábitos duraderos de
alimentación.
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